Asu Mare 4: ¿Estamos ante la debacle del cine peruano?

Por: Mauricio Muñoz Morales

Carlos Alcántara tiene una historia digna de respeto: tras superar sus adicciones a los estupefacientes, Alcántara logro colocarse como un actor cómico en la órbita del entretenimiento peruano. Más de un peruano ha visto alguna de sus participaciones en los espacios donde se ha presentado y ha cautivado risas a lo largo del territorio nacional. Sin embargo, el actor ‘clown’ no ha sido ajeno a la polémica y, hace poco, cuando declaró que lo que sabía de cine lo sabía a partir de ‘tutoriales en internet’, desató la furia de más de uno de los oyentes. Las críticas señalaban que ‘cachín’ se burlaba de aquellos que han dedicado su vida a aprender cine y no han tenido las oportunidades que el tiene. De igual forma, su película ‘Asu Mare: los amigos’ ha sido señalada como un rotundo fracaso en cuanto a calidad cinematográfica se refiere. ¿Son sus declaraciones y su trabajo fuertemente criticado señales de una debacle en el cine?

Pues sí, si que lo son. Partamos por el producto que nos enseña Alcántara: la cuarta película de una saga que debió acabar con su primer largometraje. Un producto comercial que no rescata ningún elemento humorístico novedoso y que se centra en el humor casual: golpes y chistes que pueden soltar alguna risa casual en el espectador peruano, pero que no desafían ninguna convención del humor usual ni traen consigo críticas hacia ciertos espacios que no suelen ser desafiados desde la seriedad. Un humor así, sumado a una trama plana y unas actuaciones deplorables, nos deja una película que no merece ser recordada por mucho tiempo.

Por otro lado, las declaraciones Alcántara muestran una realidad muy profunda, quizás sin que el haya querido que esto sea así: el cine y las industrias artísticas de nuestro país están sumamente allanadas por parte de una institución corrupta que azota nuestro país desde tiempos inmemorables: la argolla. Sí, en definitiva ‘cachín’ no ha entrado a este mundo por su color de piel o su posición socioeconómica, pero si que ha podido establecerse como una apuesta segura para inversores y productores de cine, en desmedro de gente mucho más preparada que podría dar productos novedosos para el cine humorístico o dramático.

La pregunta ante la situación caótica que vive nuestro séptimo arte es la siguiente: ¿Qué hacer? Pues bien, creo que las industrias artísticas necesitan un impulso considerablemente fuerte de parte de los fondos estatales. Que no se vea esto como una ayuda indiscriminada y con poco rédito para el Estado peruano, más aun cuando se ha demostrado que el posicionamiento de una industria cultural suma a la imagen de un país dentro del sistema internacional. Hagamos cine desde un mejoramiento en los impulsos económicos para romper argollas y dar con una pluralidad de oportunidades en la creación del arte.

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