COP 28: “Unir, actuar, cumplir”

Eduardo Calderón de la Barca, Gobernabilidad Perú.

La gran reunión multilateral, con el que cerramos el año, se realiza en Dubai, la moderna y desafiante capital de los Emiratos Árabes Unidos, que nos recibe para evaluar, cuáles han sido las mejores acciones para reducir los impactos del cambio climático y lograr mayores compromisos de los gobiernos participantes.

La cumbre del clima, nos ofrece una amplia plataforma política, económica, y científica para llevar adelante las negociaciones. Con la presencia de 140 jefes de Estado y líderes gubernamentales, 80.000 delegados y 5.000 representantes de los medios de comunicación, para cubrir los detalles del evento.

El país que preside la conferencia, hace énfasis en su trabajo desarrollado en el ámbito de la energía y el despliegue de financiamiento internacional por liderar la transición hacia un mayor uso de energías limpias. Así mismo recoge los importantes avances alcanzados en Sharm El Sheikh (Egipto COP 27), como el acuerdo histórico de establecer un «Fondo de Pérdidas y Daños» y el programa de “Transición Energética Justa” entre otras prioridades, como centrar la acción climática en los medios de vida de las personas y en la naturaleza.

1.-Desde el mundo árabe y mirando hacia nuestra región, podemos reconocer que el 60 % de la biodiversidad del mundo, el 30 % de las tierras agrícolas y el 25 % de los bosques tropicales, se encuentran en América Latina. Así mismo se calcula que la extracción de materiales (minerales, combustibles fósiles, biomasa) sigue en vertiginoso aumento, habiéndose cuadruplicado desde hace 50 años, superando el crecimiento de la población. En consecuencia, la demanda que necesita los países del bloque climático neutral para el 2050, pasa necesariamente por América Latina, que posee el 80 % de la oferta de esos recursos. Es decir, cualquier solución global relacionada con el cambio climático, seguridad nutricional o de transición energética, pasa por América Latina.

Esa importancia geoestratégica, se contrasta con el escenario político por el que atravesamos en la región, donde la crisis se ha extendido en la mayoría de países y como consecuencia de ello, los ajustes estructurales, la deuda creciente, la corrupción sistémica, la criminalidad transnacional, la fragmentación democrática y los desastres naturales derivados del clima, nos plantean enormes desafíos institucionales y económicos como el financiamiento de la adaptación, ¿Será el incremento de la deuda pública como la única salida?

Desde el 2009, los países desarrollados han ofrecido la financiación climática por 100 mil millones de dólares, que aún no se ha materializado, sin embargo, el Banco Mundial ha destinado préstamos por más de 30 mil millones de dólares. De otro lado y en comparación, las naciones del G20 han gastado desde el 2015, más de 3,3 billones de dólares en subsidiar sus combustibles fósiles. Si bien el concepto de «Pérdidas y Daños» irreparables fue reconocido en el Acuerdo de París, las naciones desarrolladas insistieron en que ello «no implicaba ni proporciona una base para ninguna responsabilidad o compensación».

Mientras, las dos potencias China y Estados Unidos concentraron el 45,5 % de las emisiones de CO2 en el 2021, según la Base de Datos de Emisiones para la Investigación Atmosférica Global (EDGAR), los 46 países que conforman América Latina y el Caribe, emitieron el año pasado apenas el 4,4 % de CO2 del planeta.

Es importante reconocer, que además de la vulnerabilidad climática, la pobreza es un factor contraproducente al cuidado del medio ambiente, así como la falta de Estado, integración e infraestructura. Abordar el tema climático, es precisamente hablar de economía, por lo que se requiere un fuerte liderazgo basado en la cooperación científica y en la diplomacia económica.

2.-La participación de nuestro gobierno, está liderada por nuestro Ministerio del Ambiente, estará enfocada en las negociaciones de la Convención Marco de las Naciones Unidas y en dos temas principales: manifestar una posición determinada en hacer realidad el “Fondo de Pérdidas y Daños”, que mencionamos y que representa un avance hacia la justicia climática, para quienes padecemos las consecuencias de la pérdida acelerada de nuestros glaciares (53%), afectando la seguridad hídrica y nuestra agricultura entre otros riesgos vinculados a desastres. El segundo tema es el impulso para la creación de un “Programa Climático para Mujeres Indígenas”, lo que permitirá fortalecer las capacidades en adaptación y mitigación y el acceso a fondos para 3 millones de mujeres indígenas.

Un informe del PNUD del 2014, estima que del total de desastres en el Perú el 67 % son eventos relacionados con los fenómenos climáticos cuyas frecuencias e intensidad han aumentado; así como 5.5 millones de peruanos están expuestos a precipitaciones muy intensas; 2.6 millones a periodos secos y 5.6 millones de ciudadanos se encuentran expuestos a periodos fríos.

Desde el Perú, esperamos que las decisiones y los mensajes políticos aceleren la acción en los próximos años, repercutiendo de manera decidida en los procesos nacionales de planificación, implementación y monitoreo de las medidas de adaptación y mitigación ante el cambio climático. La acción y el apoyo incluyendo el financiamiento de la cooperación, deben priorizar los temas importantes de nuestro país, como son la imperiosa necesidad de un mayor crecimiento económico y una responsable gestión sostenible de nuestra Amazonía, de nuestros glaciares y montañas tropicales y de nuestros ecosistemas marinos, así como el tránsito eficiente hacia una economía con energía y transporte renovables.

3.-En el Perú, el tema energético es un tema esencial de la economía actual y futura, por lo que ya es un propósito de la seguridad nacional. Son las instituciones del sector privado y público, así como la academia, los que deben conducir estratégicamente los destinos de las fuentes de energía nacionales, más aún si estas dependen en gran medida de la expansión de la demanda de nuestra industria.

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El futuro del Perú y su impacto en la región, penden en gran medida de como gestionamos nuestros recursos energéticos y de cómo evolucionen los mercados de energía en los próximos años. Tomar decisiones informadas es esencial para lograr el bienestar de la mayoría de los peruanos y garantizar la estabilidad y la prosperidad en la región latinoamericana.

La transición hacia tecnologías más limpias es fundamental para avanzar hacia una economía descarbonizada que proteja también la salud pública y el medio ambiente. La eficiencia energética, los suministros renovables, la electrificación y la generación a escala pueden garantizar soluciones sostenibles a las demandas cada vez mayores de energía. La carrera por el reemplazo de los combustibles fósiles por el hidrógeno, es una realidad y demandan inversiones importantes. Es momento de facilitar desde el Estado la regulación para avanzar en el propósito de atraer soluciones que permitan aliviar la economía nacional, luego de la pandemia y del alza de los combustibles, a consecuencia del contexto internacional y del manejo económico, exacerbado por la crisis política.

La transición hacia las energías renovables puede ser la mejor forma de generar mayor intercambio de bienes y servicios entre los países que comparten una visión global y democrática.

4.- Desde la Cumbre de París hemos resaltado, el riesgo de la seguridad alimentaria global, como consecuencia de la presión climática sobre nuestra biodiversidad vegetal y animal. El Perú es además agrodiverso y somos el origen de dos de los cuatro cultivos esenciales para la seguridad alimentaria del planeta. Es por eso que seguimos insistiendo en un ecosistema de producción sostenible donde toda la cadena de valor, desde el pequeño agricultor hasta la gran empresa (agricultura, gastronomía, turismo e industria) se involucren para garantizar la sostenibilidad de nuestros agricultores, involucrando a aliados estratégicos para la conservación biológica y cultural de todo el proceso.

5.- Finalmente, nuestros países necesitan afirmar su soberanía en las negociaciones, para poder decidir sobre su desarrollo nacional y como adaptarse a los desafíos del cambio climático y ofrecer contribuciones estables y ambiciosas. Saludamos la presencia en la Conferencia de todos los actores participantes y en especial del sector privado, para que cada vez más se involucren y contribuyan al logro de los objetivos nacionales, de fomentar la integración económica, el intercambio tecnológico y el financiamiento para un crecimiento verde.