El concepto de regalo como un agradecimiento o muestra de afecto se ha tornado en una maquinaria coercitiva inculcada por el espíritu de consumo.
Gerardo Cailloma.
Cuando estamos pasando una crisis clave para el futuro para nuestro país y en la que los extremos sociales se hunden en la violencia y desconcierto, nos llega una fiesta religiosa importante para la sociedad peruana que en su mayoría es cristiana. Una celebración que, con el tiempo, lastimosamente, se ha ido modificando hasta convertirse en una actividad bastante comercial, una de las principales razones por las que otras naciones que no son cristianas la han adoptado como parte de su cultura y la incluyen en su calendario como Japón, nación de mayoría sintoísta. El concepto de regalo como un agradecimiento o muestra de afecto se ha tornado en una maquinaria coercitiva inculcada por el espíritu de consumo, motor del actual modelo económico que urge tener una dinámica de compra tras dos años desastrosos por lo general en la economía mundial.
Cuando niño y adolescente viví navidades bonitas signadas por algunos drásticos cambios que experimentó mi generación: el gobierno de Velasco. Pasé gran parte de mi infancia en Arequipa, ciudad que tiene una fuerte identidad regionalista, la que marcó a niños y jóvenes de los 60. Mi adolescencia, ya en secundaria, nos tocó los drásticos cambios culturales que fueron impresos por dicho gobierno. Algunas imágenes fueron desplazadas, como la de Papá Noel, por otras más regionales o nacionales. Se difundió mucho el arte indígena y se pusieron de moda, felizmente, los nacimientos del artista cusqueño Hilario Mendívil y su taller. En estampillas, tarjetas e imágenes televisivas se difundían los bellos misterios y la triada de Reyes Magos con sus cuellos alargados. El espaldarazo que recibieron los talleres artesanales cusqueños queda hasta nuestros días; los regalos sofisticados y valiosos de entonces eran recibir como obsequio una figurilla de este artista, sobre todo un nacimiento. Pero no sólo hubo una fuerte difusión de esta escuela artesanal; la filatelia con colecciones por navidad desde 1970 hasta 1974 mostró pinturas de la escuela cusqueña y obras exquisitas hechas en piedra de Huamanga de origen ayacuchano. Esta imaginería oriunda esperó su momento para tener un espacio en la oficialidad cultural. La artesanía se fue sofisticando y produciendo verdaderas obras de arte como se ve en la alfarería, talla de madera o mates, cuero, piedra u otros materiales. Y uno de los momentos cumbres para la explosión de esa imaginería religiosa es la Navidad: retablos ayacuchanos, ceramios del Niño Dios de antigua tradición española, figuras de nacimientos con trajes típicos; una sensible simbiosis forjada por siglos, que en algunos casos llega al sincretismo. Notable para un país urgido de elementos culturales que lo identifiquen.
Durante mis años arequipeños, escuchaba diversos villancicos que tenían como figura principal al Manuelito (de Emmanuel, el enviado de Dios); hubo varias canciones en los 60 siendo la más popular Niño Manuelito en los 60, canción de la región Amazonas con ritmo de huayno. No sé si esta canción se haya hecho famosa en el Norte peruano, pero en Arequipa inundaba las radios locales: https://www.youtube.com/watch?v=zL94Cp_HbA4. Navidad es una de las fiestas más grandes de la cristiandad y muchas de las artes han hecho obras notables como lo han hecho con la Pascua; maestros como Juan Sebastián Bach dedicaron obras cumbres (Oratorio de Navidad); la poesía del barroco español trabajó la poesía popular de los pueblerinos, los pobladores de las villas, obras populares de las cuales, posiblemente, se convirtieron en los “villancicos”, de métrica regular y se iban difundiendo de manera cantada. Así llegaron a nuestros días esos cantos populares cuya temática era la navidad; en nuestro país tuvieron su esplendor con el disco LP del Coro Infantil del Colegio José Pardo de Chiclayo: Ronda de Navidad. Este disco salió en 1965 y se quedó como identidad musical por décadas. Para la mayoría de peruanos el villancico Alegría, alegría y sus primeras letras “sopa le dieron al niño”, y Aires de España con su famosa estrofa “pero mira cómo beben los peces en el río…” la cual es motivo de divertidos memes; eso demuestra el poder de estas canciones que han quedado en nuestro imaginario. Leía en los comentarios al vínculo de este disco, ahora en YouTube, cuántas personas de Latinoamérica oyó y gozó de este disco en su infancia y ahora comparten con sus hijos o nietos (https://www.youtube.com/watch?v=GsfDz2DxqLI) y el reencuentro de los cantantes que quedan de ese coro cincuenta años después es muy emotivo. Por los comentarios en el mismo, cambiaron la vida a muchas personas… ¡y lo siguen haciendo!
Volviendo a ese tesoro que tenemos que es la creatividad, fui formando una pequeña colección de nacimientos (misterios) de diversas partes del Perú. De Ayacucho, Huancayo, Moche, Cusco, Puno, siempre hay motivos más que suficientes para ver nuestro ingenio. Por eso es importante que nos demos una vuelta para ver una bella colección de Nacimientos Peruanos en la Galería Huaqo ( https://www.facebook.com/huaqo.pe) en la cual verán deslumbrados el trabajo de artesanos de otras partes de nuestro país, con su propio lenguaje, su propia cosmogonía que lo hacen rico y vasto, y que esperemos encuentre el camino correcto de inclusividad, respeto para cada uno de sus ciudadanos y con todos sus derechos y necesidades satisfechas.