El asesinato de un alto líder de Hamás y las recientes explosiones en Irán aumentan los temores de una guerra regional que podría involucrar a Estados Unidos.
Por Eric Schmitt, Julian E. Barnes, Helene Cooper y David E. Sanger.
Autoridades estadounidenses, israelíes y libanesas insisten en que pocas facciones desean que la guerra de Israel en la Franja de Gaza se convierta en un conflicto de mayor envergadura que involucre a Medio Oriente.
Sin embargo, el asesinato de un alto dirigente de Hamás en el Líbano el martes, y la muerte de decenas de personas en dos misteriosas explosiones paralelas sucedidas en Irán el miércoles, amenazan con acercar al Medio Oriente —y a Estados Unidos— a una guerra regional, algo que el gobierno del presidente Joe Biden ha tratado de evitar desde el ataque desplegado por Hamás en contra de Israel el 7 de octubre.
Apenas unas horas después de que estallaron las bombas en Irán, Estados Unidos y 12 de sus aliados le dieron una advertencia por escrito a otro grupo militante de la región, los hutíes de Yemen, quienes han organizado ataques con misiles, drones y por mar contra navíos comerciales, casi a diario.
Hasta ahora, Estados Unidos se ha abstenido de tomar represalias contra las bases hutíes en Yemen, en gran parte porque no quiere socavar una frágil tregua en la guerra civil yemení.
Sin embargo, ahora los funcionarios de Biden están dando señales de que su paciencia se está agotando.
“Nuestro mensaje debe quedar claro en este momento: pedimos el fin inmediato de estos ataques ilegales y la liberación de los buques y tripulaciones detenidos de manera ilegal”, afirmaron funcionarios de la Casa Blanca en un comunicado emitido el miércoles, un día después de que el gigante naviero Maersk anunció que suspendería sus operaciones en el mar Rojo.
“Los hutíes”, continúa el comunicado, “asumirán la responsabilidad de las consecuencias si continúan amenazando vidas, la economía global y el libre flujo del comercio en las vías marítimas más importantes de la región”.
La advertencia —que también firmaron el Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda, Baréin, Bélgica, Canadá, Alemania, Dinamarca, Italia, Japón, Singapur y los Países Bajos— se abstuvo por poco de amenazar con ataques militares. Durante el fin de semana, la Armada estadounidense hundió tres embarcaciones hutíes y mató a todos sus tripulantes, cuando estos les dispararon a helicópteros estadounidenses que acudían en ayuda de un carguero de Maersk.

El lunes, la Armada iraní anunció el despliegue de una flotilla de buques de guerra en la ruta marítima. Ese mismo día, el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Hossein Amir Abdollahian, le expresó su “gratitud y aprecio” a un funcionario hutí que estaba de visita en Teherán por el apoyo del grupo a Hamás, según informó IRNA, la agencia de noticias gubernamental.
Un alto funcionario iraní mencionó que el envío de los buques de guerra, que se unen a un barco espía iraní que ya está en la región, buscaba demostrar que Irán apoya a los hutíes y hacer que la situación sea más difícil de ignorar. Sin embargo, el funcionario señaló que Irán no tiene planes de involucrar a los buques de guerra en una confrontación con los buques navales de Estados Unidos en la ruta marítima.
El presidente Joe Biden declaró que no quiere desplegar ataques militares directos contra los hutíes para evitar la escalada de un conflicto en Medio Oriente.
“Seguimos increíblemente preocupados, como lo hemos estado desde el inicio de este conflicto, por el riesgo de que el conflicto se extienda hacia otros frentes”, declaró Matthew Miller, vocero del Departamento de Estado, el miércoles en un encuentro con la prensa.
Hizbulá, el poderoso grupo militante libanés, ha prometido que el asesinato de Saleh al-Arouri, el líder de Hamás, ocurrido el martes en un suburbio de Beirut, no quedará sin respuesta. Hizbulá, un aliado clave de Hamás, ejerce un control de facto sobre los suburbios del sur de Beirut, donde se produjo la explosión, y durante meses ha participado en una escalada de enfrentamientos con las fuerzas israelíes.
Las circunstancias que rodearon las explosiones en un monumento que rinde homenaje al general iraní Qasem Soleimani, en Kermán, Irán, fueron más turbias. Aunque Irán no tardó en culpar a Israel, funcionarios europeos y estadounidenses afirmaron que dudaban que los israelíes hubieran realizado el ataque porque la mayoría de sus acciones contra Irán han sido muy selectivas, desde la eliminación del principal arquitecto del programa nuclear del país hasta hacer explotar instalaciones específicas nucleares y de misiles.
Varios funcionarios estadounidenses afirmaron que era demasiado pronto para predecir si iba a estallar algún tipo de guerra de mayor envergadura. Los funcionarios señalaron que Israel no habría atacado a al-Arouri de no haber creído que podía hacerlo sin intensificar el conflicto en la frontera con el Líbano. Sin embargo, cualquiera que fuera la causa, gracias a las explosiones que se produjeron tan rápido después del asesinato, no hubo muchas dudas de que el riesgo de un mayor conflicto volvió a ser una máxima prioridad para Estados Unidos y Europa.
Funcionarios israelíes no quisieron comentar si sus fuerzas habían atacado a al-Arouri, pero funcionarios libaneses y estadounidenses le atribuyeron el ataque a Israel.
Después del atentado, funcionarios del gobierno de Biden hicieron planes para intensificar las labores diplomáticas con funcionarios del Líbano como parte de una iniciativa para presionar a Hizbulá a que no escale el conflicto. En los próximos días se espera que el secretario de Estado, Antony Blinken, viaje a Medio Oriente, donde uno de sus principales objetivos será contener una posible escalada.
“Las probabilidades de una guerra regional en Medio Oriente suben de un 15 hasta un 30 por ciento”, afirmó James Stavridis, el excomandante de la OTAN. “Todavía son relativamente bajas, pero más altas que antes y sin duda incómodas”.
Pero los funcionarios del gobierno de Biden y los analistas de Medio Oriente señalaron que, si bien Hizbulá e Irán han participado en escaramuzas y ataques indirectos contra Israel, no necesariamente están ansiosos por ampliar el conflicto.
“Durante toda la devastación en Gaza, Hizbulá ha mantenido que participará de manera limitada” para inmovilizar algunas de las fuerzas de Israel cerca del Líbano, dijo en una entrevista Paul Salem, presidente del Instituto de Medio Oriente. “Ha quedado muy claro que no se unirán directamente al combate”.
Él y otros analistas dijeron que, si bien Irán ha ayudado a planificar y orquestar algunos de los ataques que tienen lugar en el Medio Oriente —incluidos los ataques con misiles de los hutíes contra el transporte marítimo en el mar Rojo—, no se ha enfrentado directamente a Estados Unidos o Israel.
Desde los ataques del 7 de octubre, Biden y sus principales asesores han buscado contener el conflicto entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza. El Pentágono envió dos portaaviones y duplicó el número de aviones de combate estadounidenses al Medio Oriente para disuadir a Irán y sus aliados en el Líbano, Yemen, Siria e Irak de ampliar la guerra. Ahora esa estrategia se está desgastando. Uno de esos grupos de portaaviones, liderado por el Gerald R. Ford, está abandonando la zona, informó el Pentágono esta semana.

Desde los atentados del 7 de octubre, las milicias respaldadas por Irán han atacado 118 veces a los elementos estadounidenses posicionados en Irak y Siria en operativos contraterrorismo. El ataque más reciente fue el lunes. Varios militares estadounidenses han resultado heridos en los ataques, al menos uno de gravedad, lo cual ha provocado represalias de parte del Pentágono en cinco ocasiones, con ataques aéreos contra los grupos.
En semanas recientes, el gobierno de Biden desclasificó información de inteligencia que indicaba que grupos paramilitares iraníes estaban coordinando los ataques de los hutíes, pues les brindaban información sobre los objetivos que circulaban en el tráfico comercial de la ruta marítima y el canal de Suez. Israel depende mucho del tráfico marítimo del mar Rojo.
En respuesta a los ataques, Estados Unidos ha creado un grupo de trabajo naval multinacional para proteger a los buques comerciales tanto en el mar Rojo como en el golfo de Adén.
Los funcionarios del Pentágono han elaborado planes detallados para atacar bases de misiles y drones en Yemen, y algunas de las instalaciones donde parecen estar guardadas las lanchas rápidas del tipo utilizado para atacar el buque contenedor de Maersk. Pero existe la preocupación de que tales ataques influyan en la estrategia de Irán de atascar a Israel y sus aliados en múltiples frentes.

Sin embargo, la amenaza más grave a la contención del conflicto en Gaza irrumpió el martes con el asesinato de al-Arouri.
“La pérdida de alguien tan implicado en las operaciones tácticas y en la diplomacia estratégica es un revés importante para Hamás”, escribieron Hanin Ghaddar y Matthew Levitt en un análisis para el Instituto de Washington para la Política de Oriente Próximo. “Falta ver cómo reaccionan al ataque los aliados del grupo, en especial Hizbulá”.
Los líderes de Occidente intentaron relajar las tensiones efervescentes. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, comentó poco después del ataque que era “esencial evitar cualquier actitud de escalada, en particular en el Líbano”.
En una llamada telefónica con Benny Gantz, un opositor al primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu que se ha unido al gobierno de unidad del país en guerra, Macron mencionó que “Francia continuará transmitiendo estos mensajes a todos los actores involucrados de manera directa o indirecta en la zona”, según un resumen de la llamada que proporcionó la presidencia francesa.
Fuente: The New York Times
