Haití. Un pueblo sumido en la oscuridad de un ‘Estado fallido’

En las calles de Puerto Príncipe, la capital de Haití, la violencia y el caos son una realidad diaria. Bandas armadas controlan amplias áreas de la ciudad, imponiendo su voluntad a través del miedo y la intimidación. Los residentes, como Lude, una joven de 30 años, viven en constante temor por sus vidas. Para evitar los enfrentamientos y tiroteos entre las pandillas rivales, Lude y sus vecinos han adoptado la práctica de trepar los muros de las propiedades para llegar a salvo a sus destinos.

El origen de esta situación caótica se remonta a décadas atrás, cuando regímenes dictatoriales y la corrupción política sumieron al país en la pobreza y la inestabilidad. El terremoto devastador de 2010 y el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021 solo empeoraron las cosas. Hoy en día, Haití se encuentra en un estado de colapso total. No hay un gobierno efectivo ni una infraestructura básica funcional. La población sufre de pobreza extrema, falta de alimentos y servicios de salud inadecuados. La desaparición del Estado ha dejado un vacío que las bandas armadas han llenado, ejerciendo control sobre vastas áreas de la ciudad y operando como una especie de protoestado.

La situación es especialmente grave en los barrios más empobrecidos, como Cité Soleil, donde la presencia policial es prácticamente nula. Allí, las bandas cobran impuestos a los negocios y controlan la construcción de viviendas. La violencia es moneda corriente, con asesinatos y violaciones que ocurren a diario. El informe del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas revela que solo en los primeros tres meses de 2023 se registraron más de 1,600 ataques violentos en Puerto Príncipe.

La élite haitiana, formada por unas pocas familias adineradas, vive en una realidad paralela en las zonas acomodadas de la ciudad, como Pétion-Ville. Estas familias controlan las principales empresas y dirigen los partidos políticos, mientras disfrutan de una vida de lujo y seguridad. Pero la gran mayoría de la población está sumida en la pobreza y la desesperación, con pocas perspectivas de un futuro mejor.

La comunidad internacional parece haber dado la espalda a Haití en su hora más oscura. La ayuda humanitaria es insuficiente y los esfuerzos para restaurar el orden y la estabilidad son prácticamente inexistentes. Los haitianos se sienten abandonados y desesperanzados, y muchos sueñan con abandonar el país en busca de una vida mejor en otro lugar.

Haití necesita desesperadamente una intervención a gran escala para reconstruir su Estado y proporcionar los servicios básicos que su población requiere. Es crucial restablecer el orden y la seguridad, desarmar a las bandas y brindar oportunidades económicas a los haitianos para romper el ciclo de pobreza y violencia.

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