Las manos son una de las grandes obras maestras de la evolución biológica. Si tomamos un momento para observarlas detenidamente, podremos apreciar su diseño especial y genuino. Los dedos, en su número y tamaño adecuados, les otorgan una gran capacidad de ejecución y la habilidad de alcanzar lugares de difícil acceso. El pulgar, al oponerse a los demás dedos, convierte a la mano en un poderoso agarre en lugar de una simple pala. Las posibilidades que nos brindan las manos son innumerables: desde mover objetos, alimentarnos, vestirnos, utilizar herramientas, escribir, conducir vehículos, hasta brindar y recibir placer a través de masajes y caricias. Además, las manos tienen una capacidad especial para expresar saludos, acuerdos, desacuerdos, deseos y sentimientos. Son como un medio de comunicación que nos conecta con el mundo.
Desde nuestros primeros días de vida, los bebés utilizan sus brazos y manos para comunicarse mucho antes de desarrollar habilidades lingüísticas. Las manos vinieron al mundo para revolucionarlo. Si bien nuestras piernas y pies nos acercan al mundo, nuestros brazos y manos acercan el mundo a nosotros, permitiéndonos adaptarlo a nuestras necesidades y propósitos. Sin las manos, el gran desarrollo tecnológico y científico de nuestras sociedades modernas no sería concebible. A su vez, este desarrollo ha influenciado y controlado la evolución biológica del cerebro y ha moldeado el destino de nuestra especie.
El estudio del control cerebral de los movimientos voluntarios de las manos y otros miembros del cuerpo comenzó en 1928, cuando el neurocirujano Wilder Penfield fundó el prestigioso Instituto Neurológico de Montreal. Penfield utilizaba la estimulación eléctrica para identificar las áreas importantes de la corteza cerebral relacionadas con el lenguaje y el movimiento, con el objetivo de tratar la epilepsia en sus pacientes. Durante las operaciones cerebrales, los pacientes permanecían conscientes mientras Penfield estimulaba diferentes puntos de la corteza cerebral con electrodos. Esto permitía observar cómo la estimulación eléctrica afectaba los movimientos y la conducta de los sujetos. A través de cientos de operaciones, se recopilaron datos que llevaron a la localización de diversas funciones sensoriales y motoras en la corteza cerebral.
De esta manera, se estableció un mapa cortical continuo que mostraba una franja de tejido nervioso en la corteza cerebral. Las neuronas en esta franja controlaban los movimientos voluntarios de cada parte del cuerpo. Este mapa se representa a menudo mediante un dibujo conocido como el homúnculo motor. En este dibujo, las partes del cuerpo con mayor movilidad, como la mano y los dedos (especialmente el pulgar), se representan de mayor tamaño, mientras que las partes con menor movilidad, como las piernas y los pies, son más pequeñas. El homúnculo motor nos muestra qué partes del cuerpo tienen un mayor control en la corteza cerebral. Además de esta franja, se han descubierto otras regiones cercanas en la corteza frontal que intervienen en la creación de secuencias espacio-temporales de actividad neuronal para realizar movimientos voluntarios complejos.
Sin embargo, este modelo de simplicidad cortical, donde neuronas específicas controlan los movimientos de partes específicas del cuerpo, ha sido cuestionado por investigaciones recientes basadas en tecnologías avanzadas. Un estudio publicado en la revista científica Nature por un grupo de investigación de varios centros en los Estados Unidos utiliza técnicas de resonancia magnética funcional de alta precisión. Este estudio muestra que el homúnculo motor clásico, en lugar de ser continuo, se interrumpe con regiones que tienen diferentes conexiones, estructuras y funciones en la corteza cerebral.
En otras palabras, la corteza cerebral motora se divide en regiones alternativas con funciones distintas. Aunque aún se reconocen tres regiones motoras que representan el pie, la mano y la boca, se han identificado otras tres regiones muy diferentes llamadas interefectoras. Estas regiones están funcionalmente interconectadas y acopladas a otro grupo de regiones corticales conocidas como la red cíngulo-opercular, las cuales están implicadas en el control mental de las acciones motoras, como la preparación e implementación de los movimientos. Estas nuevas regiones descubiertas también se observan en macacos y en niños jóvenes, lo que indica que se trata de una organización primitiva del cerebro que se conserva a lo largo de la evolución y se desarrolla tempranamente en el cerebro infantil.
