Símbolo, melodía y fuerza en Alarcón

Alfredo Alegría Alegría.

Cuando se trata de Luis Alarcón relacionamos de inmediato a un artista introvertido que piensa en símbolos y construye su idea de la vida como ilusiones que se desvanecen. Ilusiones que transcurren un mundos disueltos, acompañadas de melodías en tono menor o sombrías en algunos casos o, de pronto, chocantes. Visiones enigmáticas que pese a su complejidad y sentido de soledad nunca expresan un estado sereno. Son sombras que pasan. Son sombras que nos miran extrañadas. Son sombras que se enfrentan a una nada sin luz.

Este desvanecimiento de la forma que ha ido construyendo el artista, encerrado en un sentido trágico íntimo con la convicción de que a este mundo que nos ha tocado vivir solo se puede soportarlo y comprenderlo con una sonrisa triste, se ha evidenciado esta vez ya no en sus formas aladas e imposibles dadas por el color y la composición plástica, sino en la estructura del texto literario.

El artista ha publicado dos libros: Uno en prosa titulado “Nieve perpetua y otros cuentos” en un estilo que llamaríamos barroco por la  multitud de metáforas usadas, sobre todo, para presentar paisajes soñados y dar elegancia al texto. Por ejemplo: “los cerros estaban cubiertos por una cortina blanca como si la tierra exudara el agua y una intensa nostalgia de tener cubierta la piel con blancas perlas, mientras los dioses, tercos, titubeaban para entregarnos el llanto que fecunda el corazón de los llanos, quebradas y laderas”. O bien: “la casa grazna de frío hasta perder las paredes y solo queda la puerta suspendida por la boca de los años”. El libro está formado por cinco cuentos en los que los personajes deambulan sin saber exactamente por qué, entre visiones simbólicas de paisajes sugeridos y acciones melancólicas.

Puede decirse que Alarcón ha asumido el texto literario con un sentido por completo impresionista –con ecos de Mallarmé, de Baudelaire, pero también del posmodernismo- y como siguiendo esa orientación, la prosa de Alarcón está construida con el objeto de solo sugerir situaciones difuminadas. El libro parece una sola historia, contada -como lo hace el impresionismo literario- con un sentido melódico y rítmico en tono menor. Al final los personajes despiertan de un sueño. Quisieran asirlo pero se trata de la ilusión.  Ellos han pasado por “lluvias de colores, guardando el arco iris en el cofre de cristal para ponerle color a la vida de este hogar que no deja de danzar bajo el entorno del sol”. La obra se cierra con la voz de una esperanza ¿pero es una posibilidad? Un final de hermandad y hacia la fe. Este hecho constituye la tragedia que ronda la dulzura y ternura melancólica que rezuman estas palabras.

Esa dulzura, esa fe, esa esperanza, son contradichas en el libro de poemas “Hombres de fuego”, sobre mineros que trabajan en el socavón. Aquí no hay idealizaciones ni embellecimientos textuales. Por último, si el autor ha construido el texto en verso es solo algo formal: podría estar en la forma de prosa del texto anterior. Sin embargo, la elección del verso libre permite al lector centrar la idea y encontrar la tragedia que trasunta cada línea y esta vez en un tono mayor. Por supuesto, símbolos. Más, non las sugerencias impresionistas, dulces y melancólicas. “Hombres de fuego” es una obra trascendente forjada como acusaciones a un mundo que nos es aparentemente desconocido pero del que sabemos sobre su injusticia y su dolor. Alarcón se encuentra a sí mismo en esta obra. Sobre todo a sus raíces y mirando de frente el sufrimiento, cantando el heroísmo de los trabajadores mineros.

Porque ellos “están allí” y se dirige a uno interrogándole “¿Juegas a ser hombre? / En el umbral de tus noches/ las manos frías del fuego/ golpean tu destino sin fin”.  Todo en sombra, donde “la muerte aguarda, danza en silencio /La muerte aguarda/ con la muerte”. Y entonces nos encontramos con una elegía al padre minero. Un mundo que nos es desconocido, en donde “el tiempo nace en rocas de piel efímera/ el acero arrebata el calor del cuarzo callado/ y nacen juguetes tristes para niños por venir”. Y siempre la sombra, siempre el dolor que “quema el corazón pálido” ¿Alguna esperanza? Allá en el socavón solo queda el recuerdo. No hay tiempo para soñar aunque tal vez es inevitable, pero los sueños –si los hay- surgen también entre sombras y  solo encuentran un “consuelo mineral”. Cada día no es sino un “cauce negro” “una nueva batalla”.

Alarcón desarrolla en este libro de poemas, símbolos profundos de acusación y de expresión a un mundo olvidado y que no ha sido tomado en cuenta, Para el artista, los mineros “danzan sobre la inquieta luz del relámpago” en el socavón. Alcanza el poeta-desde mi punto de vista- una altura especial en el poema o “memoria” 16. Sublima el poeta al minero, pero como si el padre se dirigiera tanto a él como a todos los trabajadores y culmina diciendo “Juguete de corazón abierto /vivirás”. Lo mismo sucede en los siguientes poemas que acusan la injusticia y hacen evidente el sufrimiento. Y pese a todo, permanece la esperanza incólume del padre minero hacia el hijo pero tal vez es también la del minero hacia sí mismo, dirigiéndose al ensueño porque el presente es solo de “nubes negras”. Lo único que estos hombres de fuego pueden hacer es “cumplir su destino” y el dolor los atravesará en “adioses tristes

Este texto ubica a Alarcón dentro del contexto de la poesía nacional. Sus imágenes, su pasión, su autenticidad afloran en cada verso, nos conmueven, nos imponen el deber de preguntarnos como nación, como pueblo, como seres humanos si la existencia es solo un destino predeterminado a un azar ensombrecido y de pronto iluminado por relámpagos.

El artista ha realizado una serie de imágenes para ilustrar cada libro y algunas  -como las portadas del libro “Hombres de fuego” o de “Nieve perpetua”- son formas trascendentes. Creo que el artista enfrenta ahora un desafío personal ¿Continuará ensimismado en sus figuras evanescentes, solitarias o en su melancólico juego de colores? Ante él se ha abierto un reto. Llevar al lienzo esa verdad, acusación y dolor en “Hombres de fuego”, dirigiéndose al sentido ancestral y trágico del trabajador o simplemente del hombre. Asimismo, llevar al lienzo los paisajes soñados escritos en el libro en prosa. Tanto de dolor como también de esperanza está forjado el espíritu y, desde esa perspectiva, necesitamos una nueva definición en este artista singular que siempre ha buscado en lo ignoto para encontrar lo verdadero.

Octubre 2022

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s