Vida y libertad para Víctor Raúl Haya de la Torre: Sobreviviendo al caos en el Partido Aprista Peruano, 1932-1933. Geneviève Dorais

Habiendo recuperado su inscripción en el Registro de Organizaciones Políticas el Partido Aprista, es importante recapitular una visión histórica, académica, incluso de autores y estudiosos en el extranjero como Geneviève Dorais, Iñigo García Bryce, entre otros, del legado pedagógico, cívico y social del APRA en la perspectiva del siglo XXI.

Geneviève Dorais

Traducido del inglés por María Fernanda Galindo Ruíz.

Introducción

La noche del 22 de agosto de 1932 un patrullero detuvo a Manuel Villalobos Hihuayin cuando deambulaba por la calle Veinte de Septiembre en Lima. Villalobos apestaba a licor.
Tenía 32 años, era originario de la provincia norteña de Chiclayo, era soltero y se ganaba la vida con trabajos de construcción que acordaba aquí y allá. Es muy probable que entre sus hábitos se encontrara el de disfrutar de unos tragos en la pulpería local después de un largo día de trabajo. Esta vez, sin embargo, Villalobos estaba completamente borracho. El hecho de que bebiera demasiado no representaba una ofensa al orden público como tal, pero sí le causó problemas esa noche. Según un informe policial presentado tres días después, el delito de Villalobos consistió en haber dado “vivas al APRA”, acusación a la que él replicó que no recordaba nada de lo que había hecho o dicho esa noche. Si bien, el sospechoso negó cualquier adscripción al Partido Aprista Peruano (PAP) o a otro grupo político, y aunque Villalobos confesó estar tan ebrio la noche de su arresto que estuvo a punto de perder el conocimiento, las autoridades peruanas hicieron oídos sordos a su declaración de inocencia.
Villalobos fue acusado de actividades subversivas y condenado a treinta días de prisión.
Ese mismo año, la policía detuvo a Jorge Alzamora por motivos similares. Pasó dos semanas en la cárcel después de que la prefectura de Lima lo declarara culpable de haber emitido públicamente comentarios favorables a la causa del APRA. Asimismo, el 12 de julio de 1932, Antero Muñoz fue sorprendido distribuyendo volantes políticos, considerados subversivos, a los transeúntes en Lima. Al mes siguiente, Muñoz, que había confesado su pertenencia al PAP, fue condenado a 180 días de cárcel. El 14 de julio de 1932, un tal don José Loaiza denunció ante su superintendente del barrio de Chorrillos las actividades sediciosas realizadas por el aprista Moisés Morales. Aunque la declaración de Loaiza estaba llena de fisuras y aproximaciones, Morales fue detenido poco después. Lo mismo ocurrió con el aprista Carlos Alberto Izaguirre Alzamora y su hermano Julio, ambos detenidos en su domicilio en agosto de 1932, acusados de posesión de propaganda subversiva. Similar suerte fue la que corrieron los empleados de la imprenta Hermanos Faura: Eugenio Asencio Moscol, Orlando Vásquez Solano, Alberto Zuzunaga Effio, Victoriano Gonzáles Trochou, Emilio Espinoza Landaberi y Alfonso Abad Navas. La justicia procesó a los impresores por la circulación clandestina de material aprista.
Todos estos actores fueron detenidos abruptamente y llevados a comparecer ante juicios sesgados, donde los caprichos de unos cuantos funcionarios equivalían al imperio de la ley. Los archivos del Ministerio del Interior peruano de 1932 y 1933 están llenos de casos similares. La Ley de Emergencia, derogada en febrero de 1932 por el gobierno de Luis Miguel Sánchez Cerro, contenía disposiciones estrictas y nefastas sobre el destino de los disidentes políticos. Frustrando la libertad de expresión, ya que permitía a las fuerzas policiales aprehender y encarcelar a quienes “desobedecían”, es decir, a los ciudadanos peruanos sospechosos de tener afiliaciones comunistas o apristas. Como tales, los episodios de detenciones arbitrarias mencionados anteriormente reflejan una realidad mucho más amplia y sombría de la persecución estatal imperante en Perú. Significan el clima de miedo y sospecha que el gobierno de Sánchez Cerro trató de inculcar entre la población peruana. La preservación del orden nacional tenía su precio, según los oficiales militares. En 1932, cualquier excusa o indicio de disidencia, se convertía en un motivo para arrestar a los potenciales agitadores. Estos episodios de detenciones arbitrarias también apuntan, más concretamente, a un aparato de vigilancia opresivo que hizo especialmente difícil la organización política del PAP tras las elecciones presidenciales de octubre de 1931.
Este capítulo estudia las consecuencias que el retorno a la persecución, en toda regla, tuvo sobre las capacidades políticas del PAP entre 1932 y 1933. Al analizar el crecimiento del APRA populista a principios de la década de 1930, los estudiosos rara vez consideran hasta qué punto la represión limitó las capacidades políticas del partido en términos de cohesión interna y producción intelectual. Sin embargo, el retorno de la represión estatal en Perú tras las elecciones de 1931 y la victoria de Sánchez Cerro sobre el candidato presidencial del PAP desarticularon al joven partido, dejando la puerta abierta para que se desarrollaran luchas internas. Las experiencias simultáneas de persecución y exilio a principios de la década de 1930 y de contiendas políticas para controlar las bases del partido, sugiero, presionaron sobre la comunidad aprista, y más específicamente sobre la facción hayista dentro de esa comunidad, en la necesidad de aferrarse a un discurso de solidaridad latinoamericana para asegurar su supervivencia política en Perú. Las tensiones subyacentes entre lo local y lo global analizadas en este capítulo, por tanto, arrojan luz sobre la interacción crucial entre la experiencia del APRA en el trabajo de solidaridad internacional y la coordinación de las luchas políticas dentro del propio movimiento. La solidaridad latinoamericana para el aprismo no era sólo una idea a debatir. Antes que nada, la solidaridad latinoamericana era una cuestión de supervivencia. Era un plan, una práctica que había que poner en marcha para desafiar a la oligarquía criolla dentro de la nación.
Específicamente, nuestro estudio detalla cómo el hecho de estar conectado con el mundo exterior proporcionó a la facción hayista dos ventajas políticas cruciales en su lucha por la supervivencia. Por un lado, los líderes del APRA que habían vivido el exilio en los años veinte y que fueron deportados a principios de los años treinta tenían acceso a redes de solidaridad transnacional de las que carecían otros miembros del partido. Tras la detención de Víctor Raúl Haya de la Torre en mayo de 1932, como se explica en este capítulo, varios aliados extranjeros organizaron un movimiento de solidaridad con el PAP. Sus llamamientos transfronterizos a favor de un nuevo orden democrático en las Américas tomaron a Haya de la Torre como símbolo de su lucha, tanto contra las dictaduras de derechas como contra el comunismo. La facción hayista utilizó esta campaña de solidaridad para su beneficio, apostando por la publicidad que una opinión pública internacional pro-democrática proporcionaba al PAP. De ahí que, además de facilitar el acceso a recursos externos, las conexiones internacionales dieron a la facción hayista la oportunidad de adquirir capital simbólico. Difundieron en el Perú historias sobre las conexiones internacionales y la reputación del APRA, al igual que lo habían hecho dos años antes al regresar al país después de varios años de exilio. Sin embargo, para 1933 este discurso de prestigio y conexiones internacionales estaba notablemente asociado a la figura de un único líder: Víctor Raúl Haya de la Torre. Al publicitar la fama internacional de Haya de la Torre, la facción hayista reforzaba la legitimidad del PAP ante los peruanos y, simultáneamente, afirmaba el liderazgo de dicha facción dentro de las bases del PAP. El internacionalismo y la solidaridad transamericana, según se desprende de este capítulo, impulsaron el ascenso del APRA peruano como movimiento populista a partir de la década de 1930.

Nota: A continuación el texto completo del ensayo.

Lectura Recomendada: Emilio Ugarte Díaz, Pontificia Universidad Católica de Chile. Reseña del libro de Dorais, Geneviève: Journey to Indo-América. APRA and the Trans-national Politics of Exile, Persecution, and Solidarity, 1918-1945. Cambridge: Cambridge University Press, 2021, 257 pp.

Un comentario en “Vida y libertad para Víctor Raúl Haya de la Torre: Sobreviviendo al caos en el Partido Aprista Peruano, 1932-1933. Geneviève Dorais

  1. Recién he empezado a leer este artículo y, mi sangre empieza a revolucionar mis venas y arterias. Tengo 63 años y he averiguado muchas anécdotas o pasajes inéditos de la historia del Aprismo. Tuve dos tíos, que acompañaron a Víctor Raúl, por más de 50 años, de forma directa o indirecta. Me apasiona la historia del Aprismo, de sus líderes, de sus dirigentes, de sus Mártires y de sus héroes anónimos, quienes contribuyeron generosamente a perennizar la Obra de Víctor Raúl. Luego leeré el contenido de este libro. Cuando se escribe o se dice EL Apra Nunca Muere, es porque, este movimiento continental, se hiso, se formó, a pulso, con las manos de los cañeros, quienes abrieron los zurcos de la democracia, con sus manos, quedando sus uñas como testimonio, su sudor como agua de riego, cuya historia se escribió, con sangre, de aquellos que creyeron, en la Justicia Social de Pan con Libertad. Miguel Raúl Sagástegui Gutiérrez (tío 01) estuvo 08 años preso en el Frontón y, Orfilio Sagástegui Gutiérrez (tío 02) estuvo más de 15 años preso, desde la Cárcel de Trujillo, El Frontón, Real Felipe, El Sexto, El Panóptico, La Penitenciaría, en distintas épocas, siendo además por 15 años consecutivos, Secretario Nacional de Disciplina en épocas duras, por eso Haya de la Torre, antes morir, le dijo al último de los nombrados: sé, lo que me acontece (cáncer) y no le tengo miedo a la muerte, pero, me puedo ir feliz de este mundo, sabiendo que he tenido a mi lado, a uno de los mejores Secretarios Nacional de Disciplina, Revolucionario, justo, honrado, valiente, puedo decir hoy, mi mejor y leal amigo, lo mismo que tú hermano, brindando un abrazo Orfilio, gracias, por todo lo que me has brindado; Orfilio se acerca, se abrazan, lloran y Orfilio le dice: gracias a Usted Jefe, que hubiese sido de mi vida sin usted. Bueno, que emoción leer, que emoción escribir, que emocionante es, seguir descubriendo las bellas páginas del Aprismo, hechas, por obreros, artesanos, campesinos, sindicalistas, intelectuales, todas, hechas, en las hirvientes calderas del amor, del perdón y del olvido.
    Atte. Daniel Ernesto Ciudad Gamboa
    Presidente
    Asociación de Revolucionarios del 32
    «Orfilio Sagástegui Gutiérrez»

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