Francia: la raíz de la protesta ¿Está en el racismo?

La muerte de Nahel, un adolescente de 17 años de ascendencia norteafricana abatido por un agente de policía en un control de tráfico, ha desencadenado una ola de protestas en Francia. Decenas de miles de personas han salido a las calles para expresar su indignación, en ocasiones de manera violenta, evidenciando una vez más el tema del racismo sistemático dentro de la sociedad francesa y el largo pasado colonial del país.

El presidente Emmanuel Macron calificó el asesinato como «inexcusable» e «inexplicable», pero la profesora de sociología Crystal Fleming, de la Universidad Stony Brook de Nueva York, argumenta que el acto no es un misterio, sino el resultado del racismo arraigado en la sociedad. Fleming sostiene que las protestas y disturbios posteriores son una respuesta al racismo francés vinculado al colonialismo, una opresión racial que ha sido negada y borrada por las autoridades y políticos franceses a pesar de siglos de historia.

Francia, como una de las principales potencias coloniales de Europa, ha sido atormentada por su pasado colonial. Durante siglos, sus líderes justificaron la explotación de países y territorios en todo el mundo bajo la premisa de una supuesta «misión civilizadora». Aunque la Revolución Francesa de 1789 trajo consigo los principios de «libertad, igualdad y fraternidad» para los franceses en el continente, los habitantes de las colonias apenas podían soñar con la igualdad de derechos. Su vida diaria estaba marcada por la represión, obligándolos a «integrarse» en la cultura y lengua francesas.

El papel de Francia en Argelia es particularmente delicado. El país norteafricano fue colonizado en 1830 y se convirtió en un territorio nacional francés. La lucha por la independencia argelina provocó una guerra brutal que causó cientos de miles de muertes, en su mayoría argelinos, y finalmente condujo al fin del dominio francés en 1962. Aunque Francia se vio obligada a abandonar la mayoría de sus colonias en ese período, mantuvo influencia política y económica en sus antiguas posesiones, especialmente en África.

Emmanuel Macron ha reconocido el pasado colonial de Francia como un «crimen histórico» más que cualquier otro líder estatal. Ha prometido devolver objetos robados y crear comisiones para investigar el papel de Francia en Argelia y durante el genocidio de Ruanda. Sin embargo, críticos como la profesora Fleming argumentan que estas medidas están lejos de ser suficientes. Algunos sectores de la sociedad francesa, incluyendo libros de texto, han defendido durante mucho tiempo que el colonialismo tuvo aspectos positivos. Además, la negativa del gobierno a reconocer el racismo sistémico y la continua presencia de políticos de extrema derecha, como Marine Le Pen, quien llegó a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2017 y 2022, indican que estos pensamientos siguen siendo relevantes.

La acusación de racismo sistémico en la policía francesa es otro tema clave. Rokhaya Diallo, escritora y activista por la igualdad racial, afirma que existe un problema de racismo sistémico en la policía francesa, una afirmación que el gobierno ha negado en repetidas ocasiones. Según un estudio del Defensor de los Derechos Humanos en Francia, los jóvenes percibidos como afrodescendientes o árabes tienen 20 veces más probabilidades de ser detenidos por la policía francesa. Muchos de estos jóvenes tienen raíces en las antiguas colonias francesas y residen en los suburbios periféricos de las principales ciudades.

La muerte de Nahel ha desencadenado una vez más un debate sobre el racismo sistémico en Francia y el impacto duradero de su pasado colonial. Las protestas y la indignación en las calles demuestran que es necesario abordar estas cuestiones de manera integral y tomar medidas concretas para combatir la discriminación racial y construir una sociedad más justa e igualitaria. Solo así se podrá avanzar hacia un futuro donde la violencia y la opresión sean reemplazadas por la verdadera libertad, igualdad y fraternidad.

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