Rusia entrena sus espías en Brasil, como patio trasero

En los últimos años, Brasil ha sido objeto de un interés creciente por parte de los servicios de inteligencia rusos. Este país sudamericano, con una población de más de 210 millones de personas, es una de las mayores economías del mundo y un actor clave en la política regional y global. Sin embargo, también es un terreno fértil para la actividad de los servicios de inteligencia rusos, que buscan expandir su influencia bajo su tradicional perfil bajo y sin llamar la atención de maneras indebidas.

Desde hace varios años, el gobierno ruso ha estado fortaleciendo sus lazos con Brasil, estableciendo acuerdos de cooperación en áreas como la energía, la defensa y la tecnología. Sin embargo, según fuentes cercanas a los servicios de inteligencia, el Kremlin estaría utilizando estos acuerdos como una fachada para acercarse al país sudamericano y usarlo como ‘incubadora’ en la creación de nuevos espías rusos. Algo que ha llamado la particular atención de los medios tras la detención de tres espías rusos en los últimos días.

Brasil, que ha mantenido su tradicional neutralidad frente a la guerra de Ucrania, ha recibido este lunes al ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov. Lavrov es uno de los mencionados espías involucrados en las últimas acciones desde el Kremlin. Hace unos meses, Moscú solicitó a Brasilia la extradición del presunto espía Cherkasov, quien ha sido acusado de tráfico de drogas. Aunque los jueces han autorizado su traslado, este aún no ha ocurrido debido a que las investigaciones están en curso. Si Brasil decide entregar a Cherkasov a Moscú, esto podría generar tensiones con Estados Unidos, quien lo ha acusado formalmente de espiar en su territorio mientras estaba cursando una maestría en Washington.

No se sabe mucho acerca de la verdadera identidad del segundo espía, pero se sabe bastante sobre su identidad falsa. Vivía en Río y se hacía llamar Gerhard Daniel Campos Wittich. Su novia en Brasil inició una campaña para encontrarlo cuando dejó de comunicarse con ella después de irse de viaje de trabajo a Malasia. Según una investigación llevada a cabo por The Guardian, se cree que Wittich en realidad es un ruso llamado Shmyrev. La policía griega sospecha que Shmyrev estaba casado con otra agente rusa que usaba la identidad falsa de María Tsalla, una artista greco-mexicana.

También se sabe poco sobre Mikushin, tercer espía, quien fue detenido en Noruega por presuntamente recopilar inteligencia relacionada con secretos de Estado. Los brasileños han descubierto que Mikushin obtuvo el CPF, un documento de identificación fiscal necesario para navegar la burocracia local, cuando tenía 22 años, lo cual es considerado un indicio sospechoso.

Lo cierto es que Brasil debe reconocer que la actividad de espionaje rusa en el país es un problema real y, por ende, debe tomar medidas para abordarlo. Si no se hace nada, el país seguirá siendo un terreno fértil para la actividad de los servicios de inteligencia rusos, lo que podría tener consecuencias graves para la seguridad occidental.

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