El creciente número de simpatizantes de Vladímir Putin en Francia ha generado preocupación y debate en el país. Desde la extrema izquierda hasta la extrema derecha, e incluso entre exministros de ambos lados del espectro político, se ha observado un aumento en el apoyo directo o indirecto a las acciones de Putin, especialmente en el marco de guerra contra Europa, la Alianza Atlántica y los Estados Unidos.
Este fenómeno se ha vuelto especialmente evidente durante las manifestaciones de protesta contra la reforma del sistema nacional de pensiones que se llevaron a cabo desde el otoño pasado. En estas protestas, sindicalistas, izquierdistas y diversas organizaciones han defendido a Putin bajo el pretexto de criticar al presidente francés Emmanuel Macron. Han utilizado eslóganes como «El dinero para las pensiones, no para la guerra y el imperialismo», estableciendo así un vínculo entre las demandas sociales y la supuesta agenda bélica occidental.
En términos políticos, tanto la extrema izquierda populista representada por La Francia Insumisa (LFI), liderada por Jean-Luc Mélenchon, como la extrema derecha ultra encabezada por Éric Zemmour, presidente de Reconquête, han adoptado una posición equidistante en relación a Rusia y Ucrania. Mélenchon ha expresado un apoyo ambiguo al «pueblo ucraniano» mientras rechaza el apoyo militar, abogando por una solución negociada y exigiendo la retirada de Francia de la Alianza Atlántica para preservar la independencia estratégica del país. Zemmour, por su parte, ha matizado sus posturas tras el inicio del conflicto, criticando el envío de ayuda militar a Ucrania por considerar que esto pone en peligro la independencia nacional y el futuro de los ejércitos franceses.
Del otro lado, Marine Le Pen, líder del partido de extrema derecha en Francia, ha sido objeto de controversia debido a sus vínculos con Rusia y el supuesto apoyo financiero de banqueros rusos afines a Putin durante sus campañas electorales. Durante las elecciones presidenciales pasadas, se generaron manifestaciones y pancartas que denunciaban la presunta amistad entre Putin y Le Pen, en respuesta a las acusaciones realizadas por Emmanuel Macron. Aunque Le Pen ha declarado que la victoria de Ucrania en la guerra podría desencadenar una Tercera Guerra Mundial, ha intentado presentarse como defensora de los trabajadores y los pobres, abogando por mejores pensiones y menos inversión en conflictos bélicos.
Estas posturas equidistantes y de crítica a la intervención en Ucrania también se han manifestado en figuras políticas destacadas. Ségolène Royal, exministra socialista y madre de los hijos del expresidente François Hollande, ha expresado que el envío de armas a Ucrania obstaculiza cualquier proceso de paz, aunque no niega los crímenes de guerra cometidos por ambas partes. Tal parece ser que las posiciones de los líderes franceses alrededor de la guerra están lejos de ser homogéneas.