Por: Mauricio Muñoz Morales.

Este fin de semana, una turba de fanáticos del ex presidente brasileño, Jair Bolsonaro, invadieron las sedes de los tres poderes de Estado del país carioca. Los manifestantes exigieron la renuncia del recientemente electo presidente Lula Da Silva y ordenaron la toma del poder por parte de las FF.AA. brasileñas. Más allá de las razones particulares, surge ante nosotros una interrogante: ¿Por qué el respeto a la voluntad democrática es cada vez menos existente entre grupos de esta índole ideológica?

No es la primera vez que grupos extremistas exigen pedidos más allá de lo expresado por las urnas. Anteriormente, Donald Trump movilizó, a través de Twitter, a que miles de simpatizantes suyos tomen el Capitolio en los Estados Unidos y, sin ir tan lejos, el Perú vivió un episodio donde distintos sectores –también de derecha- afirmaron que Pedro Castillo había generado una intromisión en los distintos cuerpos electorales para asegurar su victoria.

Respondiendo a la pregunta que nos formulábamos líneas atrás, existe una tendencia que parece despejar nuestras dudas: los movimientos de derecha alternativa en la región están boicoteando los procesos democráticos a través de narrativas inverosímiles que plantean una realidad totalmente distinta a los hechos fácticos. Esto no es solamente peligroso, sino que se muestra como un síntoma de debilitamiento en los distintos sistemas políticos de América.

Ya hemos podido ver que los discursos que niegan la realidad electoral agarran cada vez más fuerza y logran adeptos capaces de ser movilizados. La necesidad de plantear avances en los sistemas políticos y judiciales para lograr el respeto irrestricto a las voluntades populares es impostergable.

Publicado en Diario La Industria.