Por: Fernando Carbone Monteverde
Mahatma (Alma Grande) Gandhi decía: «Ojo por ojo y todo el mundo quedará ciego», «La Humanidad debe dejar de usar la agresión, la venganza y el odio, como forma del lenguaje», «No hay camino para la paz; la Paz es el Camino».
A lo largo de las semanas previas, han ido aumentando en diversas zonas del país, enfrentamientos y/o agresiones verbales, y en algunos casos físicas, entre la población afectada por los problemas sociales que vienen ocurriendo; estos se suman a otros hechos de víctimas fatales que todos conocemos. Asistimos a un crecimiento cada vez más peligroso y descontrolado de una conmoción civil.
El domingo 5 de febrero, el Arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo, dirigió una homilía que recoge mucho de lo anteriormente señalado y que apunta a un principio necesario para todo diálogo que intente devolver una Paz con Justicia a nuestra nación: si todos fuimos responsables de llegar a esta situación, todos podemos y debemos resolverla.
La compartimos con todos, con el mayor respeto a sus principios y creencias personales.
Que bueno sería que monseñor Castillo diera un mensaje de paz con alegría, de auto estima y de amor a sí mismo, como la fuente indispensable del amor al prójimo. La obligación de amar a los demás es como una regla moral muy diferente a la espontánea virtud, por ello quizás son los resultados que tenemos.
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