Durante el gobierno de Duterte, se consideraba que Filipinas estaba inmerso en una dictadura sangrienta y represiva. Maria Ressa, periodista filipina, puede dar fe de ella. Perseguida políticamente por sus adversarios, la mujer de 59 enfrente ahora varias procesos judiciales que podrían obligarla a pasar el resto de su vida en prisión.
La historia de Ressa ha inspirado a distintas organizaciones especializadas en derechos humanos, quienes creen que Ressa es un icono de la libertad de expresión ante los autoritarismos. Los logros periodísticos de Ressa y su lucha incansable por la verdad la han llevado a ser reconocida con el Premio Nobel de la Paz, un galardón que ella recibe tranquila y sin alterarse. En una entrevista con el diario español El País, Ressa comparte sus observaciones alrededor de la situación de su país y el mundo.
Y es que la calma de Ressa podría explicarse alrededor de los nuevos movimientos políticos ocurridos en las Filipinas. Al momento de ser cuestionada sobre el porvenir de su país, Ressa responde con leves aires de esperanza alrededor del nuevo gobierno: «No lo sé. Creo que al nuevo presidente, Marcos junior, le importa mucho más lo que piensa la comunidad internacional que a Duterte (…) Creo que seguimos siendo una democracia, por eso es muy importante no rendirse.»
Pero esta breve calma no deja de lado las preocupaciones que Ressa siente alrededor de su vida, aclara que todavía se siente en peligro: «Sin duda. El viejo peligro sigue ahí. Ahora mismo, además, el objetivo de las operaciones de desinformación ya no es que creas en algo, sino que desconfíes de todo. Esta generación está creciendo sin confianza, que es un pegamento muy importante en la sociedad. Es el pegamento que nos mantiene unidos.»
¿Cómo entonces alguien puede portarse de forma incansable ante la injusticia y hallar formas de seguir luchando? La periodista menciona que es cuestión de «tenerla clara» y luchar por lo que uno cree: «(…) Ahora mismo, siento que es uno de esos momentos en los que tengo que luchar por lo que creo. Es fácil decir que crees en la ética, que defiendes unos principios, que crees en el periodismo cuando nadie te ataca. Pero si alguien te ataca, y te rindes, significa que renuncias a aquello en lo que crees.»
Ressa cree que el Premio Nobel de la Paz puede protegerla, aunque confiesa que la notoriedad que trae consigo el galardón la hizo sentirse amenazada al principio: «Cuando me lo comunicaron, pensé ¡Dios mío! Pero también me di cuenta de que podría traerme bastantes problemas. Cuando Time me nombró persona del año, inmediatamente pensé que el Gobierno iba a lanzar una ofensiva contra mí. Pero ahora soy consciente de que nos protege.»
Fuera de su situación personal y los problemas que pueda atravesar su país, Ressa considera que la misma tecnología ha llevado a un retroceso de la democracia a nivel global: «Es como si el progreso nos hubiese enviado al pasado, como en la película Regreso al futuro. La tecnología ha permitido el ascenso de líderes autoritarios, que han sido democráticamente elegidos. Y eso se ha producido porque el ecosistema informativo está totalmente corrompido (…) Las grandes compañías tecnológicas han contribuido a la radicalización y a la polarización. Y han tenido un impacto directo en nuestra sociedad.»
Historias como las de Ressa recuerdan la fuerza que poseen las voces individuales para hacerse valer ante el poder organizado autoritario. Las lecciones de la ganadora del Premio Nobel de la Paz dejan un legado importante en las mentes de aquellos que sueñan con un mundo democrático y próspero.