Como sabemos, huaca es un término que se utiliza en Perú y otros países andinos para referirse a un lugar sagrado o de culto, especialmente en la cultura prehispánica. Estos lugares pueden incluir templos, santuarios, tumbas, altares y otros sitios considerados sagrados por las comunidades locales.
En la época prehispánica, las huacas eran consideradas como manifestaciones de los dioses y se les atribuía un gran poder y respeto. Muchas de ellas eran construidas en lugares estratégicos, como en la cima de una montaña o en una zona donde se cruzaban caminos importantes. También se construían huacas en honor a los ancestros y antepasados de la comunidad.
Trujillo, una ciudad ubicada en la costa norte de Perú, es conocida por su rica historia y su patrimonio arqueológico. Algunas de las huacas más importantes que se pueden encontrar en Trujillo son: Huaca del Sol y de la Luna, Huaca Esmeralda, Huaca de la Primavera, Huaca de Arco Iris, etc.
Pero si bien estos sitios deben ser respetados por su importancia histórica, hay delincuentes que omiten esta norma. Es ahí donde aparecen los huaqueros. Un huaquero es una persona que se dedica a la búsqueda y saqueo de sitios arqueológicos, especialmente en Perú y otros países andinos. Los huaqueros suelen buscar objetos de valor en estos sitios, como cerámica, metales preciosos, textiles, joyas y otros objetos antiguos que puedan vender en el mercado negro.
Los huaqueros son considerados como delincuentes, ya que su actividad ilegal daña el patrimonio cultural de los países andinos y destruye información valiosa sobre la historia y la cultura prehispánica. Además, muchas veces los huaqueros usan técnicas destructivas para obtener los objetos que buscan, lo que daña irreparablemente los sitios arqueológicos.
El repaso de estos espacios históricos en la ciudad y del fenómeno social de su penetración e irrespeto es visto en el libro «Huacas y huaqueros en Trujillo» del autor Jorge Zevallos Quiñones. Quiñones desarrolla su investigación en el contexto del Virreinato, relatando como esta práctica tiene orígenes pre-republicanos.