Gran Teatro UPAO. Acápite de la cultura mundial

Por: Gerardo Cailloma

Trujillo, actualmente una suerte de far west peruano, se da un espacio para sacar lustre, de vez en cuando, a su denominación de “la capital de la cultura”. Uno de esos momentos es el Festival de Teatro de Trujillo organizado por la UPAO en su magnífico escenario. Subirán a la escena tres compañías de teatro de Lima: Teatro Británico, Aranwa Teatro y Éxodo Teatro; y por Trujillo estarán Máscara de Barro y Olmo Teatro. Esta nueva temporada empieza el jueves 13 y van intercalándose hasta el sábado 22.

El 25 de marzo, previo a la celebración del Día Mundial del Teatro (27 de marzo), me invitaron a moderar un interesante conversatorio con cinco personas ligadas directamente a las tablas, sea como actores, directores o, tal como se planteó en el conversatorio, un “todista”. Olmo Teatro convocó a Leslie Arribasplata, Violeta Garfias, Sonia Rodríguez, Yusepi Díaz, Eduardo Espinoza, Marco Ledesma y Alfredo Alegría para conversar sobre el panorama trujillano. Manejamos la conversación con un análisis FODA para ver la coyuntura del teatro en nuestra sociedad. La conversación duró dos horas y el público resistió estoico el calor que nos abrumaba por momentos. Varios diálogos interesantes y con muchos puntos que hay que destacar.

Las fortalezas y oportunidades de nuestro teatro fueron expuestas por los siete participantes. Los límites entre cada uno de los elementos del FODA son delgados; por ejemplo, la pandemia fue una amenaza, pero abrió otras posibilidades no exploradas en actores y directores, posibilidades que se han quedado en muchos quehaceres de las personas. Las personas vinculadas al teatro trujillano son muy creativas, innovadoras y abordan sin prejuicios algunas obras densas por su contenido y libertad de interpretación. Pasa, en estos momentos, por una situación que les permite abrir nuevas fronteras y nuevos formatos. La presencia de espacios reducidos como El Grito ha generado un impacto positivo en muchos neófitos de la dramaturgia; además hay una suerte de libertad que permite interpretar obras que en otros contextos no serían posibles sea por los contenidos, sea por la necesidad de recursos que desalientan a muchos directores. Una suerte de minimalismo en la que el corazón de la obra recae totalmente en el lenguaje actoral en su conjunto. Por otro lado, el año pasado vimos ya a Olmo Teatro en su puesta en escena de El viaje de la santa en la UPAO con un buen uso de recursos técnicos; el mundo virtual ya está entrando como un buen aliado de los dramaturgos; ya lo hace en el cine y otras performances en vivo (conciertos, danza) y el teatro no puede escapar a ello; pero, eso sí, tal como lo destacaron en el conversatorio, no es la idea de sacrificar la actuación y el teatro en sí por la creación de un escenario deslumbrante en la que los actores pasan a un segundo plano. 

Las debilidades y amenazas se podrían identificar en estas: un reconocimiento de la sociedad en su conjunto del valor de las artes, en general, y el teatro, en particular. Tanto el sector público como privado no son conscientes de la importancia de las artes para el ser humano, peor aún en momentos críticos como los que estamos viviendo; durante la pandemia fue el sector artístico uno de los más castigados durante el confinamiento riguroso. Sin embargo, este apremio hizo que los artistas se fueran uniendo y hay una identificación entre ellos. Otra gran debilidad es la profesionalización y el desarrollo de la calidad en el trabajo dramatúrgico; tal como comenté en el primer párrafo, la gente de teatro ha hecho de todo (todista), incluso se ha vuelto gestor cultural y hasta ha vendido entradas para determinada obra. Y, por último, la cultura que es necesaria para esta actividad. Cuando hablábamos sobre la construcción e identificación de un personaje, se hace necesario saber cómo era el autor, su época, la época a la cual refiere la obra, la historia, la geografía, la lingüística (cómo se usaban los modismos, por ejemplo), la cosmogonía. Un clásico es universal, pero también es reflejo de su época; cuidar la reproducción del contexto a la actualidad demanda una hermenéutica rigurosa. Por eso es necesaria la especialización, la lectura constante, la interrogación permanente. Desde cómo me voy a vestir, qué maquillaje usar, cómo desplazarme. Y esto también demanda algo que sí es triste constatar: no nos “vemos” entre nosotros. Hay puestas en escenas de diversos grupos y principiantes, y lastimosamente son pocos los estudiantes de teatro que están acompañando la obra.

Ahora este Festival trae cinco obras: Escenas de una ejecución, El ocaso de una estrella, Tito Andrónico, Alba y el misterio de la luz secreta, y La vida es sueño. Más que leer las críticas, ver los memes, los tik tok o las fotos selfies, lo mejor será estar en cada una de las presentaciones. 

Que se levante el telón.

Fuente: El Detector

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