Salud. Selenio: el secreto mejor guardado del atún en conserva

El atún en conserva se elabora mayoritariamente con túnidos tropicales procedentes del Océano Pacífico, Índico y Atlántico. Las principales especies, según datos de FAO, de capturas mundiales son, en este orden: atún listado o skipjack; atún de aleta amarilla o rabil; el bigeye o patudo; albacora o atún blanco (bonito del norte); y el bluefin o atún rojo.

El proceso de fabricación de una conserva aúna tradición y modernidad con unas prácticas que aportan un producto reconocido por su seguridad alimentaria y control. Se eliminan cabeza, piel, espinas, etc. dejando únicamente la porción de lomo deseada, así como preservando el valor biológico intacto del atún durante el tratamiento térmico. Únicamente se emplea calor para ofrecer un producto esterilizado en el lineal del supermercado, sin ningún tipo de conservante.

Por eso, su consumo ayuda al mantenimiento de la funcionalidad muscular y articular, salud cardiovascular, función metabólica, sistema inmunitario y nervioso, prevención del daño oxidativo, recuperación tras el esfuerzo, desarrollo cognitivo, etc.

Por si todo lo anterior no fuera suficiente, existen estudios científicos contrastados y avalados internacionalmente que cuestionan los mensajes catastrofistas relacionados con la presencia del mercurio en productos de atún.

El Dr. Nicholas Ralston, de la Universidad de Dakota del Norte, inició hace más de 10 años junto al Dr. John Kaneko el estudio del efecto protector del selenio frente al mercurio en estudios con modelos in vivo. Dichos estudios evolucionaron hasta desarrollar el Dr. Ralston el ratio “Selenium Health Benefit Value”, HBVSe, el cual permite una evaluación más realista del consumo de pescado. Además, diversos científicos de todo el mundo han ampliado estos estudios.

De forma resumida, el mercurio condiciona la actividad esencial del selenio en nuestro organismo y, por tanto, no existiría un riesgo siempre que el aporte de selenio sea superior respecto al contenido de mercurio en el alimento. Este argumento estaría detrás de que, altos consumos de pescado (concretamente, atún), se traduzcan en efectos beneficiosos para la salud humana, siendo España uno de los países con mayor esperanza de vida.

Además, el consumidor de conservas de atún debe conocer que los especímenes utilizados en producción de conservas son de tamaños ajustados. Este hecho fue contrastado por ANFACO-CECOPESCA durante su proyecto SELATUN, analizando la seguridad alimentaria del producto con las tesis citadas, y concluyendo una aportación promedio 12 veces superior de selenio que de mercurio en los productos en conserva españoles puestos en el lineal. Una garantía de protección.

Esta petición ha sido recogida en el documento elaborado por ANFACOCECOPESCA para las próximas Elecciones Generales, que puede encontrarse en el siguiente enlace, junto a otro tipo de medidas necesarias para el complejo marindustria.

Fuente: Revista Alimentaria

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