El Papa Francisco reafirmó su compromiso inquebrantable con la justicia social y la empatía hacia los menos afortunados de la sociedad. En su enérgico llamado, el sumo pontífice denunció la indiferencia que rodea a las personas que viven en condiciones marginadas y «infrahumanas», exhortando a que se les reconozca su dignidad y se ponga fin a la «cultura del descarte» que ha permeado la sociedad.
El Papa expresó su profundo pesar por el hecho de que las personas que viven en situaciones precarias y los sin techo a menudo pasan desapercibidos para los medios de comunicación y la atención pública. Lamentó el hecho de que sus historias no lleguen a las primeras páginas de los buscadores de internet o a los titulares de noticias, cuestionando cómo la sociedad ha llegado a tal nivel de indiferencia.
En su discurso, el Papa Francisco arremetió contra lo que llamó la «cultura del descarte». Esta cultura, según él, es un fenómeno en el que la búsqueda de beneficios económicos prevalece sobre el valor de la vida humana. Criticó enérgicamente la idea de que millones de seres humanos sean considerados como prescindibles en comparación con las ganancias monetarias. El Papa advirtió sobre los peligros de esta perspectiva deshumanizadora que despoja a las personas de su dignidad intrínseca.
Una de las declaraciones más impactantes del Papa fue su advertencia sobre cómo la indiferencia podría endurecer nuestras mentes y corazones al punto de mirar hacia otro lado ante las situaciones de sufrimiento humano. Esta imagen visual de «endurecimiento del cuello» es un llamado a la introspección y a recordar la importancia de mantenernos sensibles a las necesidades y sufrimientos de los demás.
La exhortación del Papa Francisco no solo se detiene en la crítica, sino que también sugiere acciones concretas para abordar esta problemática. Hizo un llamado apasionado para que las personas marginadas, ya sea debido a la pobreza, dependencias, enfermedades mentales o discapacidades, no sean invisibles para la sociedad. Instó a la inclusión y a la promoción de la dignidad humana en todos los niveles.
La oración también desempeñó un papel central en su mensaje. El Papa invitó a todos a unirse en oración por aquellos que viven al margen de la sociedad y en condiciones infrahumanas. Además, pidió que las instituciones y las autoridades nunca los descarten, subrayando la necesidad de un enfoque compasivo y solidario para abordar estos problemas fundamentales.
