Por: Leah C. Stokes.
Durante casi medio siglo, el mundo ha hablado de dejar su adicción a los combustibles fósiles. Sin embargo, año tras año, seguimos estancados en el mismo viejo sistema de energía sucia.
Las consecuencias de ese retraso ahora están sobre nosotros, con la crisis climática rompiendo nuestra puerta principal. Las lluvias extremas en Pakistán afectaron a más de 33 millones de personas este año y algunas comunidades se convirtieron prácticamente en lagos. En Florida, el Huracán Ian causó más de $50 mil millones en daños asegurados, lo que lo convirtió en el segundo huracán más costoso en la historia del país. En el oeste de los Estados Unidos, la sequía dejó vacíos casi las tres cuartas partes de los dos reservorios más grandes del país.
Pero, cuando miremos hacia atrás dentro de una década, encontraremos que 2022 fue un punto de inflexión. Las nuevas políticas en los Estados Unidos y Europa y las elecciones en Australia y Brasil están creando un impulso para el cambio hacia la energía limpia. Si alejarse de la energía sucia es como desviar la ruta de un barco gigante, entonces 2022 podría ser el año en que los líderes mundiales comenzaran a virar el rumbo de la flota.
La nueva ley de Estados Unidos
Una transición de energía suena suave y ordenada. Pero en un año como este, donde una guerra brutal puso patas arriba los mercados mundiales de energía, aprendimos que no es así como ocurrirá este tipo de cambio. Va a ser un viaje lleno de baches tales como dar con una interrupción de los suministros de energía.
Si observamos los períodos en los que el sistema energético cambió drásticamente, ya sea en 1979 o en 2022, hay un patrón claro: crisis. Cuando el suministro de energía escasea y los precios de los combustibles fósiles se disparan, los gobiernos actúan.
Las respuestas podrían servir solo para curitas hechos para aliviarnos momentáneamente: reducir los precios a corto plazo, pero hacer poco para cambiar la dependencia de la energía sucia. O podrían ser como una cirugía mayor: alterando fundamentalmente la infraestructura energética. Son los últimos cambios los que realmente cuentan, porque son más difíciles de revertir.
Después de más de tres décadas de esfuerzos en gran medida fallidos, el Congreso de los EE. UU. aprobó una serie de proyectos de ley sobre el clima dirigidos directamente a la infraestructura. Se proyecta que la más grande de estas iniciativas legislativas, la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), propondrá la inversión de alrededor de $ 370 mil millones en industrias limpias. Gran parte de la financiación fluirá a través de créditos fiscales ilimitados buscando llegar a los hogares con distintos propósitos: desde abastecer vehículos eléctricos hasta paneles solares y bombas de calor que funcionan con electricidad en lugar de gas.
Inicialmente, parecía que este paquete no lograría cruzar la línea de meta. El proyecto de ley murió y se reencarnó una y otra vez. En última instancia, los altos precios de la energía crearon las condiciones para la acción. Según una estimación, los aumentos de precios de los combustibles fósiles impulsaron el 41 por ciento de la inflación en los Estados Unidos.
La ley también será difícil de revertir, incluso si los republicanos tienen una oportunidad en el futuro, porque está creando empleos bien remunerados en Estados Unidos. Las empresas privadas han invertido más de $ 100 mil millones en vehículos eléctricos, infraestructura de carga y energía solar. Muchos empleos nuevos estarán en los estados y distritos republicanos. En un evento de BMW en octubre, el senador Lindsey Graham de Carolina del Sur dijo que su estado «se convertirá en el Detroit de las baterías».
Las nuevas leyes energéticas de Estados Unidos están lejos de ser perfectas. Incluyen inversiones en infraestructura de combustibles fósiles, como en autobuses a gas, por ejemplo. Y hasta ahora, muchas empresas eléctricas se han resistido a actualizar sus planes para generar energía limpia más rápido. El Congreso había propuesto incentivos para que hicieran esto como parte del paquete climático, pero el senador Joe Manchin de West Virginia se negó a permitir que esa disposición avanzara.
Sin embargo, en general, estas nuevas leyes colocarán a los Estados Unidos en un rumbo permanente lejos de los combustibles fósiles, incluso si el viaje tiene altibajos.
Un fuerte impulso verde para Europa
El año pasado probablemente fue también un punto de inflexión para Europa. La crisis energética, impulsada por la invasión no provocada de Ucrania por parte de Vladimir Putin, prácticamente ha aislado a Europa de su mayor fuente de gas fósil. En respuesta, los precios han subido; en agosto, el gas en la Unión Europea costaba la friolera de 12 veces más que a principios de 2021.
La explosión de los gasoductos Nord Stream en septiembre, que se cree que fue un acto de sabotaje, que dañó un vínculo clave entre Rusia y Europa, solo acelerará estas tendencias, y no está claro si los gasoductos pueden repararse. Lo más probable es que el daño reduzca permanentemente el acceso de Europa a los combustibles fósiles.
Dadas estas interrupciones, Europa ha acelerado sus planes para avanzar hacia la energía limpia. En noviembre, la Unión Europea decidió acelerar la obtención de permisos y la instalación de proyectos de energía renovable estableciendo plazos máximos para equipos como paneles solares y bombas de calor. Los negociadores de la UE también completaron recientemente un acuerdo para reducir la contaminación por carbono más rápido en esta década.
En octubre y noviembre, el uso de gas en Europa estuvo aproximadamente una cuarta parte por debajo de su promedio de cinco años para el mismo período. Parte de esta reducción se debe a que las personas cambian su comportamiento para ahorrar energía, una tendencia que podría ser temporal. Pero en la primera mitad de 2022, Polonia, los Países Bajos, Italia y Austria experimentaron un crecimiento masivo en las ventas de sistemas integrados de bombas de calor. Es poco probable que los edificios que ahora tienen estos sistemas integrados nunca vuelvan a quemar gas, incluso si la situación geopolítica cambia.
A medida que el mundo fabrique más paneles solares, vehículos eléctricos y sistemas de bombas de calor, también aprenderá a hacerlos de forma más económica. Esa innovación no se puede deshacer fácilmente. A medida que la tecnología limpia baja de precio, más consumidores y empresas de todo el mundo la elegirán en lugar de los combustibles fósiles. Tan solo pensemos en cuán ampliamente se adoptaron los teléfonos celulares en lugar de las líneas fijas después de que fueran más asequibles.
El progreso climático como una danza
Las elecciones de este año también sentaron las bases para nuevas políticas que alejan el sistema energético mundial de los combustibles fósiles. Después de devastadores incendios forestales en los últimos años que mataron o desplazaron a tres mil millones de animales salvajes y destruyeron miles de hogares, el costo de la inacción climática se hizo evidente para más y más australianos. En mayo, los votantes australianos expulsaron de su cargo a un partido cuyo enfoque sobre el cambio climático era negar y retrasar. El victorioso Partido Laborista puso el cambio climático en el centro de su plataforma, y los independientes derrotaron a los políticos en ejercicio en escaños que antes eran seguros mediante campañas climáticas agresivas.
El gobierno laborista australiano ahora está considerando qué tipo de sistema energético quiere construir. Tendrá que tomar una decisión particularmente difícil para alejarse del carbón si quiere cumplir con sus compromisos climáticos.
En octubre, el pueblo brasileño eligió a Luiz Inácio Lula da Silva como su próximo presidente. Esto en rechazo al régimen anti-ambiental de Jair Bolsonaro. Después de que Bolsonaro llegara al poder en 2019, hubo un aumento del 50 % en la deforestación en solo seis meses. Sus políticas llevaron a que un área de bosque más grande que toda la superficie de Bélgica fuera devastada en menos de tres años.
El mes pasado en la conferencia climática de la ONU, el Sr. Lula dijo que “haría lo que fuera necesario” para lograr la deforestación cero y que “el cambio climático tendrá la más alta prioridad” en su gobierno.
Pero los mecanismos de cumplimiento ambiental que desmanteló Bolsonaro no se pueden reconstruir de la noche a la mañana. Incluso si el nuevo presidente tiene un gran éxito, estas ganancias serán más difíciles de asegurar que los cambios en la infraestructura energética.
La interrupción energética global también tuvo su parte de malas noticias. A nivel mundial, el consumo de carbón alcanzó un máximo histórico el año pasado, ya que algunos países buscaban desesperadamente energía de menor costo a corto plazo. Sin embargo, el rápido crecimiento de las energías renovables casi ha superado este cambio hacia el carbón, al menos en términos de contaminación por carbono.
El año pasado, el progreso climático ha sido una danza: dando dos pasos hacia adelante, un paso atrás y manteniéndonos en un ambiente impredecible e improvisado. Un tirano invade un país soberano, los combustibles fósiles suben de precio, los delincuentes explotan los oleoductos y los sistemas integrados de bombas de calor tienen su momento decisivo. Es difícil decir cómo se desarrollarán las cosas. Pero mi apuesta es que la energía limpia ganará al final del día.