El reto de la integración del Norte del Perú con el Sur de Ecuador

Pensar en el Norte del Perú y el Sur del Ecuador es comenzar a entender las raíces culturales, geográficas e históricas que unen a estos pueblos. Teniendo bases como estas, vale la pena preguntarse: ¿Podríamos hablar de una integración entre estas zonas? ¿Es factible una cooperación entre los habitantes de ambos lugares? En este artículo, hablaremos de la posibilidad de una unión entre ambas regiones.

Identidad y cultura, puntos en común

Uno de los rasgos que convierten en culturas hermanas a la proveniente del Norte del Perú y a la del Sur del Ecuador radica en las principales características de la identidad. Las expresiones de esta identidad surgen de formas variadas. Desde sus trabajos agrícolas y arquitectónicos hasta sus actividades mineras y textiles; toda expresión socioeconómica llevada a cabo por estos pueblos guarda relaciones suficientes para hablar de una identidad clara.

Pero no solo las similitudes entre estas actividades mostraban una identidad común, las actividades comerciales que han mantenido los pueblos ecuatorianos y peruanos muestran la posibilidad de dar con una ruta económica con el potencial suficiente para ser de las más fuertes de la región. El corredor Cuenca-Loja-Piura-Lambayeque fue una ruta con potencial interesante para el desarrollo de la región. De hecho, para la investigadora Aldana Rivera «durante gran parte de los siglos XVIII y XIX, la economía regional de Cuenca-Ecuador se vio dinamizada principalmente por la estrecha vinculación comercial con la zona norte del Perú y Lima frente a una articulación secundaria con el puerto de Guayaquil.»

La posibilidad de entender estos elementos identitarios y comerciales como una clave en el restablecimiento de una cooperación se comprenden bajo una unión armoniosa desde el momento en que concebimos otro punto clave: la cultura compartida entre ambos parte de un origen similar que les permite encontrar similitudes en sus puntos de encuentro. De esta forma, la economía no se subyace a expresiones culturales distintas, sino que encuentra estas como auxiliar importante al momento de establecer relaciones económicas, comerciales o identitarias.

Pueblos con historias de lucha

Los procesos de resistencia y liberación que han llevado estos pueblos también los dotan de características comunes entre sí. Durante su historia, ambas naciones se han enfrentado a los abusos pertinentes de grupos de poder mayores.

Recordemos que durante la época colonial, gran parte de las instituciones de explotación se mantuvieron y se agudizaron, como la mita, el trabajo obligatorio en favor del conquistador; pero también hubieron unas cuantas formas nuevas de explotación que se vieron incorporadas a la explotación de los pueblos: la encomienda, el concertaje, el uyarico y el pongo, el huasipungo, la huasicamía y la yanapería.

Además de la opresión institucionalizada por parte de las colonias, la Iglesia católica supo ser parte de esta explotación contra el pueblo indígena a partir de los diezmos, las primicias, los priostazgos, etc. Todas estas formas distintas de dominación significaron un pasivo para el desarrollo de los pueblos del Norte del Perú y el Sur del Ecuador, enmarcados dentro de la lucha contra la explotación española.

Y es que, como menciona Lucas Achig, investigador de la Universidad de Cuenca: «Las formas de resistencia activa de los indios se expresaban, en su forma legal, en reclamaciones, quejas, denuncias y juicios. Ellos nunca despreciaron estas formas de resistencia; todo lo contrario, la información y los testimonios hacen ver a los indios en un permanente peregrinar por oficinas, notarías y juzgados reclamando sus derechos. Se los percibe bastante bien enterados de las leyes, reglamentos y hasta de los trámites, y con mucha soltura para defender sus posiciones, aunque la mayoría de las veces hayan salido derrotados y humillados.»

La integración actual: un reto porvenir

La construcción de un futuro que integre ambas regiones de los países hermanos es un desafío complicado que puede ser llevado a cabo por las generaciones futuras. Los procesos de integración siempre son complicados, y más para dos países que, a pesar de sus raíces históricas e identidades, comparten todavía algunas diferencias mínimas.

La integración, entonces, debe ser especificada en distintas áreas para ser llevada a cabo con éxito para ambas regiones. Estas áreas deben ser la economía, la comercial, la social, la educativa y la cultural.

Podemos decir que las dos primeras áreas claves dentro de los procesos de integración entre el Sur del Ecuador y el Norte del Perú son de carácter economicista y ligadas al desarrollo y crecimiento de ambos pueblos a través del intercambio de mercancías. Buscar los mecanismos adecuados para facilitar el intercambio de bienes entre ambas regiones es una misión pendiente.

La integración social, educativa y cultural cubren una parte que esta directamente relacionada con las áreas económicas. El rédito en capital conseguido a partir de la colaboración entre naciones tiene que verse traducido en una inversión social que llame a un desarrollo en las comunidades y en las principales esferas a las que están sometidos. Así, el trabajo conjunto para lograr un avance significativo en los terrenos de la cultura y la educación son necesarios.

Realmente, aprovechar estos circuitos históricos creados por lazos centenarios entre ambos pueblos es una misión que dirigentes políticos y organizaciones de la sociedad civil deben completar en las próximas décadas. De esta manera, ambas regiones verán una mejoría considerable dentro y fuera de sí.

Un comentario en “El reto de la integración del Norte del Perú con el Sur de Ecuador

  1. Subyace en el artículo un paradigma generalizado: que existe una brecha cultural y social en nuestras serranías y que esa brecha es una continuación de la que existiera durante la conquista española. Este paradigma repetido en la cátedra, en los libros y en muchos artículos por intelectuales que se llaman de «izquierda» o «indigenistas» se ha extendido a la población en general.
    Sin embargo no hay paradigma lo suficiente fuerte y extendido que la realidad tarde o temprano lo desmienta o lo esfume.
    El historiador José De la puente Candamo expresó una opinión que comparto: el Perú real aquí y ahora es mestizo, los pobladores de las zonas que se llamarían ancestrales tienen una cultura o modo de vida muy distintas o la que fuera en el siglo XVI, están absolutamente tomados por el mestizaje cultural y también de sangre.
    La insistencia en establecer brechas culturales profundas y hasta insalvables sería insistir en un mito del neomarxismo que hace muchísimo daño al progreso del Perú como nación.

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