Por: Fernando de la Flor Arbulú
Mario Vargas Llosa se enamora de su tía. Él es joven, menor que ella, pero igual se casa. Es un transgresor. Va a París llevándose varias experiencias, la más importante, según sostiene, es haber estudiado en el colegio militar: descubre al Perú profundo, el de todas las sangres, lo cual confirmará luego en la Universidad de San Marcos. Empieza a escribir entonces su primera gran novela: adolescentes que van descubriendo la vida y sus sinsabores bajo estrictas reglas escolares, que suscitan rebeldías y castigos. Vargas Llosa hace de poeta, escribe cartas de amor que vende a los alumnos enamoradizos, mientras va descubriendo el contraste entre los barrios residenciales y los populosos. “La ciudad y los perros” es un título que sintetiza lo uno y lo otro.
De muchacho, Vargas Llosa ha vivido en Piura. Ha escuchado de burdeles. Se asoma al que se conoce como “La casa verde”. Ahí van los hombres en busca del placer carnal. Esa, su segunda importante novela, la escribe con una deslumbrante rigurosidad literaria. Varias voces, tiempos distintos, diálogos cruzados, descripciones intercaladas, todo se amalgama con una prosa diestra y cautivante.
Recuerda, después, sus tiempos universitarios y escribe lo que muchos consideran su mejor obra: “Conversación en La Catedral”. Los diálogos en tiempos diferentes son una síntesis de la historia reciente del Perú y de las perversas y disímiles pulsiones humanas. Es una novela polifónica, de muchas voces y gran musicalidad. Si la literatura es, también, oído, y no solo palabras, esta novela es la inequívoca prueba.
Su vocación de escritor está entonces consolidada. No solo por estas tres primeras magnificas novelas, sino por lasque vendrán después: entre otras, “La guerra del fin del mundo”, “La fiesta del Chivo” y “Tiempos recios”,conjugan la calidad de su prosa, lo excelso de sus técnicas narrativas y la profundidad de los temas que aborda: el poder, el delirio, el abuso. Vargas Llosa es un artesano literario que se hace merecedor del premio Nobel de Literatura el año 2010. Nadie se atreve a discutir la justicia del merecimiento.
Ahora bien, Vargas Llosa, además de un eximio escritor, es también un intelectual atento, un frecuente opinante, un perseverante polemista, y hasta un político partidista. En tales roles se ha mostrado comprometido, desafiante y controvertido. Se trata de sus puntos de vista, de sus opiniones, sus pareceres propios. Como es natural, ha suscitado muchos desacuerdos, severas críticas y no menos estigmatizaciones. Es la esencia de la naturaleza humana: disentir, discutir, contradecir.
Y ahora a los franceses, siempre soberbios, se les ha ocurrido incorporar a Vargas Llosa al selecto grupo de los inmortales haciéndolo miembro de la Academia Francesa. Claro, se trata de inmortales que, como todos, también partirán de este mundo.
En su discurso de aceptación, Vargas Llosa ha hecho una riesgosa premonición: “La novela salvará a la democracia o será sepultada con ella y desaparecerá”.¿Será tan acertado como cuando su célebre personaje, Zavalita, preguntó: ¿cuándo se había jodido el Perú?