La Iglesia Católica de Bolivia pide investigación por el caso del diario de un cura pederasta

Por: Gabrielle Cochen

Una denuncia importante y muy simbólica para el pueblo boliviano. Este miércoles, la abogada de la Compañía de Jesús de Bolivia (la orden jesuita boliviana), Audalia Zurita, confirmó que se realizó la denuncia ante la Fuerza Especial de Lucha Contra la Violencia para que se investiguen las denuncias contra Alfonso Pedrajas por abuso sexual. Esto hace parte del «compromiso asumido frente a la población y a las autoridades gubernamentales» de llevar a cabo esta investigación.

Estas declaraciones llegan unos días después de la publicación por parte del periódico ‘El País’ de una investigación con testimonios de víctimas y allegados sobre un diario personal de Pedrajas, en el que habla de su vida sacerdotal en Perú, Ecuador y Bolivia. En sus textos, recuenta sobre los abusos a decenas de niños y adolescentes bolivianos que hizo.

La Compañía de Jesús, que ya había sido informada del caso pero no siguió adelante con él, ahora pide «perdón» por todo lo acontecido.

«La Compañía de Jesús de Bolivia repudia y condena estos hechos de pederastia denunciados públicamente (…) La Compañía de Jesús de Bolivia quiere subrayar su política de tolerancia cero ante los abusos, como varias veces ha reclamado al respecto el propio Papa Francisco. (…) Pedimos perdón por el dolor causado», escribió la organización religiosa en un comunicado publicado el martes.

«De forma preventiva se ha suspendido a los provinciales vivos en la gestión del padre Pedrajas y posteriores a su fallecimiento, así la ciudadanía no va a tener ninguna susceptibilidad de interferencia alguna de la Compañía de Jesús», indicó la abogada.

Los jesuitas suspendidos deberán abandonar «sus lugares de trabajo», las «funciones que estaban cumpliendo y las actividades pastorales», señaló.

Memorias de un pederasta

En 2022, ‘El País’ fue contactado por Fernando Pedrajas, un sobrino del jesuita Alfonso Pedrajas, que tuvo acceso al diario varios años después de la muerte de su tío. Después de haber denunciado el caso a las autoridades eclesiásticas de Bolivia y frente al temor de que quedara sin respuesta, decidió mandar el texto al periódico.

Las memorias, que cuentan con 383 páginas fueron diseccionadas por un equipo de ‘El País’, que decidió poner a la luz los pasajes referidos a la pederastia. Ese medio contactó con varios de los sobrevivientes de esta violencia sexual y encontró fotografías de la época para apoyar al texto.

Lo particular de tal texto es que fue escrito por el agresor mismo, que se refiere abiertamente a los abusos que cometió, pero sin describirlos con detalle. Expresa su culpabilidad y cuenta como intentó conseguir ayuda, pero al mismo tiempo echa la culpa a la Iglesia y a la «enfermedad».

Un cura español trabajando en escuelas de Suramérica

Alfonso Pedrajas Moreno nació el 10 de junio de 1943 en Valencia, en una familia extremadamente religiosa. Rápidamente, decidió hacerse misionero y se fue a América Latina.

Pedrajas Moreno trabajó en escuelas de Perú y Ecuador entre 1961 y 1971, antes de mudarse a Bolivia, donde fue subdirector y luego director del Colegio Juan XXIII -un internado- en la ciudad de Cochabamba. En 1989, se fue del Colegio Juan XXIII para ser responsable de los novicios en Cochabamba y Oruro.

Fue en Perú, Lima donde hubiera hecho su primera agresión sexual, pero fue en Bolivia donde la mayoría de los casos de abusos sexuales sobre niños y adolescentes fueron reportados.

El Colegio Juan XXIII de Cochabamba era un internado que rescataba a niños de la pobreza para que tuvieran un futuro, por lo cual eran niños particularmente vulnerables. Allí, abusó y violó a la mayoría de sus víctimas, varias de las cuales testificaron años después a ‘El País’.

Sobrevivientes de violencia sexual y vidas destrozadas

Uno de los niños que fue abusado en este el Colegio Juan XXIII contó por videollamada al periódico la primera vez que Pedrajas Moreno, que todos llamaban Pica, fue a buscarlo en el dormitorio comunitario donde el cura visitaba las camas de varios niños.

“Me desperté y me estaba tocando los genitales. Tenía 15 años. Me quedé congelado, petrificado. Él me decía, con voz baja: ‘Tranquilo, no pasa nada’. Fue terrible”.

Como cuenta al periódico, Pica volvió y la segunda vez fue más “feroz”.

“Me masturbó. No podía defenderme. Y el tipo, mientras me masturbaba, me decía: ‘¿Quién te gusta? Imagínate tocándole sus tetas, su culo, su poto [culo]’. Eyaculé y recuerdo que hasta me limpió y me quedé dormido”.

Este testimonio es solo uno de los terribles recuentos vocales que reunió ‘El País’ en su investigación.

A lo largo de los años, los niños del colegio empezaron a hablar de los hechos entre ellos, e incluso con los religiosos. Pero se enfrentaron a la amenaza de ser expulsados del instituto y regresar a la pobreza. De hecho, varios de los estudiantes que delataron estos hechos fueron expulsados del colegio.

Otro niño escuchado por el periódico cuenta las secuelas durables que sufrió después de haber sido abusado varias veces por el cura.

“Las secuelas que me provocaron los abusos han sido devastadoras para mi vida emocional, afectiva, económica y laboral”, cuenta.

“Muchas vidas están destrozadas. El padre Pica tenía múltiples cualidades e hizo mucho bien. Pero lo que le hizo a cientos de niños liquida todo lo bueno”, también concluye otro de los antiguos alumnos.

Encubrimiento por parte de la Iglesia

En varias ocasiones, Pica contó los actos de violencia sexual a un psicólogo religioso, un amigo pero también varios sacerdotes, pero nunca fue inquietado por sus hechos.

En 1978, por ejemplo, el cura viajó a España y habló sobre los abusos sexuales con su instructor, el sacerdote ya fallecido José Arroyo.

Pica relató en su diario algunas de sus conversaciones y las opiniones del instructor al respecto. Según lo escrito, en ningún momento le aconseja dejar de agredir a niños. En sus textos, se puede leer: “No sentirme pecador arrepentido”, “en el futuro no pasará nada”, “[son] casos aislados”.

Incluso cuando años después, el sobrino de Pica llevó el caso ante la Compañía de Jesús en Bolivia y al exdirector del Colegio de Cochabamba con las pruebas del diario, nunca recibió respuesta sobre la investigación llevada a cabo por la Iglesia.

En total, se estima que al menos siete superiores provinciales y una decena de clérigos bolivianos y españoles encubrieron sus delitos y las denuncias de algunas víctimas.

Sentimiento de culpabilidad moderado

Es gracias a los relatos en su diario íntimo que estos casos de abuso sexual finalmente pudieron salir a la luz. Sus confesiones también dan cuenta de la lucidez del cura sobre sus actos, del miedo a las consecuencias que hubieran podido llevar y de la culpabilidad moderada que sentía.

“Hice daño a mucha gente (¿a 85?), a demasiados,” confesó. También escribió: “el mayor fracaso personal: sin duda, la pederastia”. Para explicar sus delitos, varias veces acusa la “Represión religiosa”.

En 1978, escribió:

“En Recuento de estos últimos 17 años: fracaso, vergüenza, hipocresía, pequeñez, desorientación total. Me siento muy empequeñecido. He hecho mucho mal. Le pido una recreación: si vuelvo, que sea nuevo. Veo todo claro: mi vaciedad, un Dios lejano que se esconde… No soy tan culpable.”

Alfonso Pedrajas dejó de escribir en su diario en octubre de 2008 y falleció un año después, dejando atrás una sociedad boliviana conmovida, muchas interrogaciones y varias vidas destrozadas.  

Fuente: France24

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