«(…) El respeto por el individuo como tal, del cual muchas personas e instituciones se jactan de defenderlo, es bastante débil en nuestra sociedad. Hubo y hay avances que tratan de cerrar brechas profundas que lastran a los peruanos. Hay organismos y personas que buscan el bien común y la protección de las personas como individuos; pero otros, por diversos intereses (sobre todo, económicos), se vuelven enemigos acérrimos de diversos grupos sociales de diversa índole. Así, diversos inescrupulosos buscan favores políticos y económicos para seguir actuando impunemente contra los ciudadanos, contra nosotros. La sociedad se ha vuelto incrédula, escéptica de cualquier institución pública encargada de velar los derechos básicos de cualquier ciudadano. Un total descrédito, bien ganado a pulso por el sentido de impunidad y privilegios (…)». Continúa leyendo Perú, ¿Ciudadanos de segunda?