El valor del concepto de hegemonía de Gramsci radica en su capacidad para reconstruir la democracia. La democracia no solo implica reflexionar sobre las prácticas sociales, sino también tomar un papel activo en la responsabilidad social de la filosofía. Gramsci se interesó en acabar con la división entre los intelectuales y las masas, así como entre los líderes y los liderados.
La recuperación del concepto de hegemonía de Gramsci podría ser la base para un proceso alturado que presente opciones viables para los movimientos progresistas de este siglo. Si entendemos la democracia como un proceso que está abierto a prácticas concretas y a la deliberación cívica, podemos hablar -inclusive- de transformar las relaciones de dominación en formas de autogobierno y poder ciudadano.
En el documento académico, «Hegemonía y Democracia en el Siglo XXI: ¿Por qué Gramsci?» los autores, Rafael Rodríguez Prieto y José María Seco Martínez, exploran la importancia de releer al filosofo italiano en tiempos actuales; rescatando la relevancia del ya mencionado concepto de «hegemonía»: pieza clave en el pensamiento gramsciano. Como sabemos, Gramsci es un pensador necesario no solo en la crítica a las instituciones políticas y sociales sino también en el entendimiento de aquellas de corte cultural.
Del mismo modo, el artículo también cuenta con una lúcida argumentación alrededor del valor actual de las enseñanzas gramscianas y los apuntes del filosofo marxista italiano. Para los autores, Gramsci es «un referente básico para pensar en la construcción de posibilidades democráticas en el siglo XXI» y su valor en la reconstrucción intelectual de ciertos conceptos políticos ligados a la democracia es indispensable.
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Con la llegada del predominio de China talvez corrijamos esta dañina actitud de pretender «dominar» la naturaleza. Eso es muy «occidental» varios notables pensadores ya lo han advertido.
En «occidente» tenemos como virtud el conocer o mejor dicho suponer las «leyes» o «rutas» de la naturaleza para con nuestro talento y voluntad corregirla o conducirla hacia lo que queremos, en la milenaria China la virtud está en adaptarse a ella. Recuerdo la frase de Bruce Lee en alguna de sus películas de artes marciales «be water my friend»
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